SALMOS 119:97-136
SALMOS 119:97-136 BLP
¡Cuánto amo tu ley! Sobre ella medito todo el día. Más sabio que mis rivales me hace tu mandato, porque él está siempre conmigo. Soy más docto que todos mis maestros, porque tus mandamientos medito. Soy más sensato que los ancianos, porque guardo tus preceptos. Aparto mis pies del mal camino para así respetar tu palabra. No me desvío de tus decretos, pues tú mismo me has instruido. ¡Qué dulce a mi paladar es tu palabra, en mi boca es más dulce que la miel! Gracias a tus preceptos soy sensato, por eso odio los senderos falsos. Tu palabra es antorcha de mis pasos, es la luz en mi sendero. Hice un juramento y lo mantengo: guardaré tus justos decretos. Señor, es intenso mi dolor, hazme vivir según tu promesa. Acepta, Señor, las plegarias de mi boca y enséñame tus decretos. Siempre estoy en peligro, pero no olvido tu ley. Los malvados me tendieron una trampa, pero yo no me aparté de tus preceptos. Mi heredad perpetua son tus mandamientos, alegría de mi corazón. He decidido cumplir tus normas, mi recompensa será eterna. Odio a los hipócritas y amo, en cambio, tu ley. Tú eres mi refugio y mi escudo, en tu palabra pongo mi esperanza. ¡Alejaos de mí, malvados, que yo guardaré los mandatos de mi Dios! Protégeme según tu promesa y viviré, no defraudes mi esperanza. Socórreme y estaré a salvo, me entregaré siempre a tus normas. Desprecias a quien se aparta de tus normas, porque es mentira su astucia. Rechazas como escoria a los malvados del país y por eso yo amo tus mandatos. Mi ser se estremece ante ti, por tus decretos te venero. He seguido la justicia y el derecho, no me entregues a mis opresores. Favorece a tu siervo, que los soberbios no me humillen. Se nublan mis ojos esperando tu auxilio, tu promesa de justicia. Trata a tu siervo de acuerdo con tu amor y enséñame tus normas. Yo soy tu siervo, instrúyeme para que pueda conocer tus mandatos. Señor, ya es tiempo de actuar: tu ley ha sido violada. Por eso amo tus mandamientos y al oro más puro los prefiero; por eso encuentro justos todos tus preceptos y aborrezco los senderos falsos. Tus mandatos son admirables, por eso yo los observo. Explicar tu palabra es fuente de luz, hace que aprendan los sencillos. Abro mi boca y suspiro, porque anhelo tus mandamientos. Atiéndeme, apiádate de mí; así lo haces con quienes aman tu nombre. Afianza mis pasos con tu promesa, que no me domine mal alguno. Líbrame de la opresión del ser humano y podré respetar tus decretos. Que brille tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus normas. Vierten mis ojos ríos de agua, porque no se respeta tu ley.