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1 JUAN 3:1-24

1 JUAN 3:1-24 RV2020

Mirad cuánto nos ama el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo ha conocido a él. Muy amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él también es limpio. Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es violación de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca. Todo aquel que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, tal como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto vino el Hijo de Dios para destruir las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios. Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os odia. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano está en la muerte. Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo entregó su vida por nosotros; así también nosotros debemos entregar nuestra vida por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y le cierra el corazón, ¿cómo puede habitar el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino con hechos y de verdad. De este modo conocemos que nosotros somos de la verdad y nuestro corazón puede estar tranquilo delante de él. Pues aunque nuestro corazón nos reprenda, Dios es más grande que nuestro corazón, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, es porque tenemos confianza en Dios; y todo lo que le pidamos lo recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que le agradan. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y sabemos que él está en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.

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