1 SAMUEL 12:1-25
1 SAMUEL 12:1-25 RV2020
Dijo Samuel a todo Israel: —He oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he dado un rey. Ahora, pues, ahí tenéis al rey que ha de guiaros. Yo soy ya viejo y estoy lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. Aquí estoy; atestiguad contra mí delante del Señor y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno o si de alguien he aceptado soborno para cerrar los ojos; y os lo restituiré. —Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado nada de manos de ningún hombre —dijeron ellos. Él les dijo: —El Señor es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mis manos. —Así es —respondieron ellos. Entonces Samuel dijo al pueblo: —El Señor, que designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto, es testigo. Ahora, pues, aguardad, y os expondré delante del Señor todos los hechos de salvación que el Señor ha hecho con vosotros y con vuestros padres. Cuando Jacob entró en Egipto y vuestros padres clamaron al Señor, el Señor envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto y los hicieron habitar en este lugar. Pero ellos olvidaron al Señor, su Dios, y él los entregó en manos de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, que les hicieron guerra. Ellos clamaron al Señor, y dijeron: «Hemos pecado, porque hemos dejado al Señor y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos ahora, pues, de manos de nuestros enemigos, y te serviremos». Entonces el Señor envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de manos de los enemigos que os rodeaban, y habitasteis seguros. Pero cuando visteis que Nahas, rey de los hijos de Amón, venía contra vosotros, me dijisteis: «¡No más! ¡Queremos un rey que reine sobre nosotros!», aunque el Señor, vuestro Dios, era vuestro rey. Ahora, pues, aquí tenéis al rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que el Señor os ha dado un rey. Si teméis al Señor y lo servís, si escucháis su voz y no sois rebeldes a la palabra del Señor, si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís al Señor, vuestro Dios, haréis bien. Pero si no escucháis la voz del Señor, si os rebeláis contra sus mandatos, la mano del Señor estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres. Esperad aún ahora y mirad este gran prodigio que el Señor hará ante vuestros ojos. ¿No es ahora la cosecha del trigo? Yo clamaré al Señor, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis cuán grande es la maldad que habéis cometido ante los ojos del Señor al pedir para vosotros un rey. Luego clamó Samuel al Señor, y el Señor dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo sintió un gran temor del Señor y de Samuel. Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: —Ruega por tus siervos al Señor, tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir un rey para nosotros. Pero Samuel dijo al pueblo: —No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso, no dejéis de seguir al Señor, sino servidle con todo vuestro corazón. No os apartéis de él para seguir vanidades que no sirven para nada ni libran, porque son vanidades. Pues el Señor no desamparará a su pueblo, por su gran nombre; porque el Señor ha querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos de mí pecar contra el Señor y dejar de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed al Señor y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Pero si perseveráis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.