1 SAMUEL 14:25-52
1 SAMUEL 14:25-52 RV2020
Todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo. Entró, pues, el pueblo en el bosque, y vieron que allí corría la miel; pero no hubo quien la probara, porque el pueblo temía al juramento. Jonatán, que no había oído cuando su padre había hecho jurar al pueblo, alargó la punta de una vara que traía en su mano, la mojó en un panal de miel y se llevó la mano a la boca y le brillaron los ojos. Uno del pueblo le dijo: —Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo: «Maldito sea el hombre que tome hoy alimento». Y el pueblo desfallecía. Respondió Jonatán: —Mi padre ha turbado al país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos por haber probado un poco de esta miel. ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado a sus enemigos? ¿No hubiera sido mayor el estrago entre los filisteos? Aquel día derrotaron a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón, pero el pueblo estaba muy cansado. Así que se lanzó sobre el botín, tomaron ovejas, vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con la sangre. Entonces le avisaron a Saúl: —El pueblo está pecando contra el Señor, porque come carne con sangre. Él dijo: —¡Vosotros habéis sido infieles! Rodadme ahora acá una piedra grande. Esparcíos por el pueblo —añadió—, y decidles que me traiga cada uno su vaca y cada cual su oveja; degolladlas aquí y comed, sin pecar contra el Señor por comer la carne con la sangre. Aquella noche cada uno llevó su propio buey y lo sacrificaron allí. Edificó Saúl un altar al Señor, y ese fue el primero que edificó al Señor. Dijo Saúl: —Descendamos esta noche contra los filisteos y ataquémoslos hasta la mañana; no dejaremos a ninguno con vida. Ellos dijeron: —Haz lo que bien te parezca. Dijo luego el sacerdote: —Acerquémonos aquí a Dios. Y Saúl consultó a Dios: —¿Debo descender tras los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel? Pero el Señor no le dio respuesta aquel día. Entonces dijo Saúl: —Venid acá todos los principales del pueblo, averiguad y ved en qué ha consistido este pecado de hoy. ¡Vive el Señor!, que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi hijo Jonatán, de seguro morirá. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiera. Dijo luego a todo Israel: —Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán, mi hijo, estaremos al otro lado. —Haz lo que bien te parezca —respondió el pueblo a Saúl. Entonces dijo Saúl al Señor, Dios de Israel: —Da a conocer la verdad. La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, con lo que el pueblo quedó libre. Saúl dijo: —Echad suertes entre mí y mi hijo Jonatán. Y la suerte cayó sobre Jonatán. Entonces Saúl dijo a Jonatán: —Cuéntame lo que has hecho. Jonatán respondió: —Ciertamente, gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir? Saúl le dijo: —Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si no te hago morir, Jonatán. Pero el pueblo dijo a Saúl: —¿Ha de morir Jonatán, el que ha logrado esta gran victoria en Israel? ¡No será así! ¡Vive el Señor!, que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, pues lo hizo con ayuda de Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán. Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y los filisteos se fueron a su tierra. Después de haber tomado posesión del reino de Israel, Saúl luchó contra todos los enemigos que lo rodeaban: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos; dondequiera que iba, salía vencedor. Reunió un ejército, derrotó a Amalec y libró a Israel de manos de los que lo saqueaban. Los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical. El nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. El nombre del general de su ejército era Abner hijo de Ner, tío de Saúl. Porque Cis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, fueron hijos de Abiel. Todo el tiempo de Saúl hubo guerra encarnizada contra los filisteos; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo reclutaba para sí.