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1 SAMUEL 17:12-33

1 SAMUEL 17:12-33 RV2020

David era hijo de aquel hombre efrateo, oriundo de Belén de Judá, llamado Isaí, el cual tenía ocho hijos. En tiempos de Saúl este hombre era ya viejo, de edad muy avanzada, y los tres hijos mayores de Isaí se habían ido a la guerra para seguir a Saúl. Los nombres de sus tres hijos que se habían ido a la guerra eran: Eliab, el primogénito, el segundo, Abinadab, y el tercero, Sama. David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl, pero David había ido y vuelto, tras dejar a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. Salía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días. Y dijo Isaí a David, su hijo: —Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado y estos diez panes; llévalo pronto al campamento a tus hermanos. Estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; fíjate si tus hermanos están bien y trae algo de ellos como prenda. Mientras tanto, Saúl, los hermanos de David, y todos los de Israel, estaban en el valle de Ela, en armas contra los filisteos. Se levantó, pues, David de mañana, dejó las ovejas al cuidado de un guarda, y se fue con su carga como Isaí le había mandado. Llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla y daba el grito de combate. Se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. Entonces David dejó su carga en manos del que guardaba las provisiones, y corrió al ejército; cuando llegó preguntó a sus hermanos cómo estaban. Mientras hablaba con ellos, aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, llamado Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y dijo las mismas palabras, de modo que lo oyó David. Todos los hombres de Israel que veían a aquel hombre huían de su presencia y sentían gran temor. Y cada uno de los de Israel decía: —¿No habéis visto a aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que lo venza, el rey le proporcionará grandes riquezas, le dará a su hija y eximirá de impuestos a la casa de su padre en Israel. Entonces habló David a los que estaban junto a él: —¿Qué harán al hombre que venza a este filisteo y quite el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? El pueblo le repitió las mismas palabras: «Así se hará al hombre que lo venza». Al oírlo hablar de esa forma con aquellos hombres, Eliab, su hermano mayor, se encendió en ira contra David y le dijo: —¿A qué has venido? ¿Con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón; has venido para ver la batalla. —¿Qué he hecho yo ahora? Solo estaba preguntando —dijo David. Y se apartó de él, se dirigió a otros y les preguntó de igual manera; y el pueblo le dio la misma respuesta de antes. Fueron oídas las palabras que había dicho David, y se lo contaron a Saúl, que lo hizo venir. Dijo David a Saúl: —Que nadie se desanime a causa de ese; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: —Tú no podrás ir contra aquel filisteo, y pelear con él, porque eres un muchacho, mientras que él es un hombre de guerra desde su juventud.