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2 PEDRO 2:1-16

2 PEDRO 2:1-16 RV2020

Así como hubo falsos profetas entre el pueblo de Israel, también habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras y hasta negarán al Señor que los salvó. Al hacer esto, atraerán sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos los seguirán en su libertinaje, y por causa de ellos, el camino de la verdad será difamado. Llevados por la avaricia, se valdrán de palabras engañosas para sacar provecho de vosotros. Sobre estos ya hace tiempo que la condenación está preparada y su perdición los espera. Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Y tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que trajo el diluvio sobre el mundo de los malvados, y tan solo protegió a ocho personas, de las cuales el octavo era Noé, pregonero de justicia. También condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, las redujo a ceniza, para que sirvieran de ejemplo de lo que les acontecerá a los que vivan sin temor y reverencia de Dios. Sin embargo, libró al justo Lot, que vivía abrumado por la conducta abominable de los malvados, (pues este hombre justo, que vivía entre ellos, sentía como su alma justa se atormentaba cada día al ver y oír lo que hacían aquellos malvados). Esto muestra que el Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; sobre todo a aquellos que se dejan llevar por apetencias carnales, andan en deseos impuros obscenos y desprecian la autoridad del Señor. Atrevidos y arrogantes, no temen hablar mal de los poderes superiores. En cambio, los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no se atreven a difamarlos en presencia del Señor. Esos hombres hablan mal de cosas que no entienden, son como animales irracionales destinados a ser atrapados y muertos, por eso, su propia corrupción los destruirá, y recibirán la recompensa que merece el daño que hacen. Consideran que la felicidad consiste en satisfacer sus placeres a plena luz del día. Son gente inmunda y viciosa, que se deleitan en sus errores mientras comen con vosotros. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las personas inconstantes; tienen el corazón habituado a la codicia y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto y se han extraviado para seguir el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad y fue reprendido por su iniquidad: una bestia de carga, incapaz de hablar, sobre la cual iba sentado, habló con voz humana y refrenó la locura del profeta.

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