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HECHOS 7:23-43

HECHOS 7:23-43 RV2020

Cuando cumplió la edad de cuarenta años, sintió el deseo de visitar a sus hermanos de raza, los hijos de Israel. Pero al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, salió en su defensa y, para vengar al oprimido, hirió de muerte al egipcio. Él pensaba que sus hermanos comprenderían que Dios iba a liberarlos valiéndose de él, pero ellos no lo entendieron de ese modo. Al día siguiente, Moisés presenció una reyerta entre israelitas e intervino tratando de poner paz entre ellos, diciendo: «¿Cómo es posible que os estéis haciendo daño uno a otro, si sois hermanos?». El agresor le respondió de mala manera: «¿Quién te ha puesto por encargado y juez nuestro? ¿Quieres matarme como mataste ayer al egipcio?». Al oír estas palabras, Moisés huyó y vivió como extranjero en tierra de Madián; y allí tuvo dos hijos. Cuarenta años después, estando en el desierto del monte Sinaí se le apareció un ángel entre las llamas de una zarza que ardía. Moisés se maravilló de la visión y, al aproximarse para observar más de cerca, oyó al Señor, que decía: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés, tembloroso, no se atrevía a mirar. El Señor le dijo: Quítate el calzado de tus pies. El lugar en que estás es tierra santa. Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído su lamento y he descendido para librarlos. Ahora ven, pues, yo te enviaré a Egipto. A este mismo Moisés a quien habían rechazado diciéndole: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez? , fue a quien Dios envió como gobernante y libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza. Moisés los sacó de Egipto, tras haber realizado prodigios y señales en esa tierra, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. Este es el Moisés que dijo a los hijos de Israel: El Señor vuestro Dios levantará entre vosotros un profeta como yo. A él oiréis. Este es el mismo Moisés que en la congregación del desierto medió entre el ángel que le habló en el monte Sinaí y nuestros padres y recibió palabras de vida para transmitírnoslas. Pero nuestros padres no quisieron obedecerle. Le rechazaron porque en sus corazones albergaban el deseo de volver a Egipto. Por eso le dijeron a Aarón: Haznos dioses que guíen nuestro camino, pues no sabemos qué ha sido de ese Moisés, el que nos sacó de Egipto. En aquellos días hicieron un becerro, le ofrecieron sacrificios y se regocijaban honrando a la obra salida de sus manos. Dios se apartó de ellos permitiendo que rindieran culto al ejército de astros celestes. Así está escrito en el libro de los profetas: Casa de Israel, ¿acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto durante cuarenta años? Al contrario, llevasteis el tabernáculo de Moloc y la estrella de vuestro dios Refán, imágenes que os hicisteis para adorarlas. Os deportaré, pues, más allá de Babilonia.

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