Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

HECHOS 7:30-60

HECHOS 7:30-60 RV2020

Cuarenta años después, estando en el desierto del monte Sinaí se le apareció un ángel entre las llamas de una zarza que ardía. Moisés se maravilló de la visión y, al aproximarse para observar más de cerca, oyó al Señor, que decía: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés, tembloroso, no se atrevía a mirar. El Señor le dijo: Quítate el calzado de tus pies. El lugar en que estás es tierra santa. Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído su lamento y he descendido para librarlos. Ahora ven, pues, yo te enviaré a Egipto. A este mismo Moisés a quien habían rechazado diciéndole: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez? , fue a quien Dios envió como gobernante y libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza. Moisés los sacó de Egipto, tras haber realizado prodigios y señales en esa tierra, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. Este es el Moisés que dijo a los hijos de Israel: El Señor vuestro Dios levantará entre vosotros un profeta como yo. A él oiréis. Este es el mismo Moisés que en la congregación del desierto medió entre el ángel que le habló en el monte Sinaí y nuestros padres y recibió palabras de vida para transmitírnoslas. Pero nuestros padres no quisieron obedecerle. Le rechazaron porque en sus corazones albergaban el deseo de volver a Egipto. Por eso le dijeron a Aarón: Haznos dioses que guíen nuestro camino, pues no sabemos qué ha sido de ese Moisés, el que nos sacó de Egipto. En aquellos días hicieron un becerro, le ofrecieron sacrificios y se regocijaban honrando a la obra salida de sus manos. Dios se apartó de ellos permitiendo que rindieran culto al ejército de astros celestes. Así está escrito en el libro de los profetas: Casa de Israel, ¿acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto durante cuarenta años? Al contrario, llevasteis el tabernáculo de Moloc y la estrella de vuestro dios Refán, imágenes que os hicisteis para adorarlas. Os deportaré, pues, más allá de Babilonia. Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, según había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciera conforme al modelo que había visto. Ese tabernáculo fue recibido a su vez por nuestros padres y lo introdujeron con Josué cuando tomaron posesión de la tierra de los gentiles, a los que Dios arrojó fuera ante la presencia de nuestros padres. Así hasta los días de David. David, fue del agrado del Señor, y quiso edificarle un tabernáculo al Dios de Jacob. No obstante, fue Salomón quien le edificó casa. Mas el Altísimo no habita en templos construidos por manos humanas. Dice el profeta: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? —dice el Señor—; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Testarudos e incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Siempre os oponéis al Espíritu Santo! ¡Sois iguales que vuestros padres! ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo, a quien vosotros ahora habéis entregado y matado. Vosotros que recibisteis la ley por medio de ángeles y no la cumplisteis. Oyendo estas cosas, se encolerizaron tanto contra Esteban que hasta les rechinaban los dientes. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, levantó la mirada al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: —Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos y se arrojaron en masa sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad, y allí lo apedrearon. Los acusadores pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban oraba diciendo: —Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego se puso de rodillas y clamó a gran voz: —Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, murió.

Lee HECHOS 7