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DANIEL 7:1-28

DANIEL 7:1-28 RV2020

En el primer año de Belsasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones mientras dormía. Después puso por escrito lo más importante de su sueño. Daniel dijo: Vi yo en mi visión nocturna que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como un león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas le fueron arrancadas; fue levantada del suelo y se puso de pie sobre sus patas, como si fuera un ser humano, y le dieron un corazón humano. Vi luego una segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro. En su boca, entre los dientes, tenía tres costillas; y se le dijo: «Levántate y devora mucha carne». Después de esto miré, y vi otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas. Esta bestia tenía cuatro cabezas; y le fue dado dominio. Después de esto, vi yo en las visiones de la noche la cuarta bestia, espantosa, terrible, y extremadamente fuerte, la cual tenía unos grandes dientes de hierro; devoraba y desmenuzaba, pisoteaba las sobras con sus patas, y era muy diferente de todas las bestias que había visto antes de ella; y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, otro cuerno pequeño salió entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros. Este cuerno tenía ojos humanos y una boca que hablaba con gran insolencia. Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos y se sentó un Anciano de días. Su vestido era blanco como la nieve; el pelo de su cabeza, como lana limpia; su trono, llama de fuego, y fuego ardiente sus ruedas. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de miles le servían, y millones de millones estaban delante de él. El Juez se sentó y los libros fueron abiertos. Yo seguía mirando, asustado por las palabras insolentes que profería el cuerno; y mientras miraba, mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para quemarlo en el fuego. También a las otras bestias les habían quitado su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. Vi en la visión nocturna que con las nubes del cielo venía uno que parecía un ser humano; llegó hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fueron concedidos poder, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será destruido. Yo, Daniel, me quedé sumamente perturbado de espíritu, y estas visiones que tuve me dejaron atónito. Me acerqué a uno de los que allí estaban y le pregunté la verdad acerca de todo aquello. Me habló y me hizo conocer la interpretación de las cosas: «Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino para siempre, por los siglos de los siglos». Entonces tuve el deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y pisoteaba las sobras con sus patas; asimismo, acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, ante el cual habían caído tres. Este mismo cuerno tenía ojos y una boca que hablaba con gran insolencia, y parecía más grande que sus compañeros. Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se hizo justicia a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. Dijo así: —La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. Los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y derribará a tres reyes. Blasfemará contra el Altísimo, quebrantará a los santos del Altísimo y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en sus manos hasta tiempo, tiempos y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio, para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo sean dados al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán. Aquí termina el relato. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.

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