DANIEL 8:1-27
DANIEL 8:1-27 RV2020
En el año tercero del reinado del rey Belsasar, yo, Daniel, tuve una visión, después de aquella que había tenido antes. Miraba yo la visión, y en ella yo estaba en Susa, que es la capital del reino, en la provincia de Elam. En la visión me veía junto al río Ulai. Alcé los ojos y miré, y había un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno de ellos le había crecido después y era más alto que el otro. Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía enfrentársele, ni había quien escapara de su poder. Hacía lo que quería, y su dominio crecía por momentos. Mientras yo consideraba esto, un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar el suelo; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos. Vino hasta el carnero de dos cuernos que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza. Lo vi llegar junto al carnero; se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos; y el carnero no tenía fuerzas para hacerle frente. Lo derribó, por tanto, a tierra, lo pisoteó y no hubo quien librara de su poder al carnero. El macho cabrío se hizo extraordinariamente grande; pero cuando estaba en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo. De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el sur y el oriente, y hacia la tierra gloriosa. Creció hasta llegar al ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció frente al príncipe de los ejércitos; por él fue quitado el sacrificio continuo, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. A causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el sacrificio continuo; echó por tierra la verdad e hizo cuanto quiso, y prosperó. Entonces oí hablar a un santo; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: —¿Hasta cuándo durará la visión del sacrificio continuo, la prevaricación asoladora y la entrega del santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: —Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado. Aconteció que mientras yo, Daniel, contemplaba la visión y trataba de entenderla, se puso delante de mí uno con apariencia de hombre. Y oí una voz humana entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: —Gabriel, enseña a este la visión. Vino luego cerca de donde yo estaba. Y al venir, me asusté y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: —Entiende, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin. Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro. Él me tocó y me hizo estar en pie. Y dijo: —Yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin. En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos: estos son los reyes de Media y de Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos no es otro que el primer rey. En cuanto al cuerno que fue quebrado y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él. Al fin del reinado de estos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey despótico e intrigante. Su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; causará grandes ruinas, prosperará, actuará arbitrariamente y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; en su corazón se engrandecerá y, sin aviso, destruirá a muchos. Se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será destruido, aunque no por mano humana. La visión de las tardes y mañanas que ha sido revelada es verdadera; y tú guarda la visión, pues se cumplirá pasado mucho tiempo. Yo, Daniel, quedé sin fuerzas, y estuve enfermo algunos días. Cuando me levanté, atendí los asuntos del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.