Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

DEUTERONOMIO 4:1-40

DEUTERONOMIO 4:1-40 RV2020

Ahora, pues, Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis y viváis, y entréis y poseáis la tierra que el Señor, el Dios de vuestros padres, os da. No añadáis ni quitéis palabra alguna a lo que yo os mando, sino cumplid estos mandamientos del Señor, vuestro Dios, que yo os prescribo. Vuestros ojos vieron lo que hizo el Señor con motivo de Baal-peor: a todo hombre que siguió a Baal-peor lo exterminó el Señor, tu Dios, de en medio de ti. Pero vosotros, que seguisteis al Señor, vuestro Dios, todos estáis vivos hoy. Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como el Señor, mi Dios, me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la que vais a entrar para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, ellos oirán todos estos estatutos, y dirán: «Ciertamente, pueblo sabio y entendido, nación grande es esta». Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está el Señor, nuestro Dios, en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante del Señor, tu Dios, en el Horeb, cuando el Señor me dijo: «Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán para temerme todos los días que vivan sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos», os acercasteis y os pusisteis al pie del monte, mientras el monte ardía envuelto en un fuego que llegaba hasta el mismo cielo, entre oscuros nubarrones y densa oscuridad. Entonces el Señor habló con vosotros desde el fuego; oísteis la voz de sus palabras, pero a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra: los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. A mí también me mandó el Señor en aquel tiempo que os enseñara los estatutos y juicios, para que los pusierais por obra en la tierra a la que vais a pasar para tomar posesión de ella. El día que el Señor os habló desde el fuego, no visteis ninguna figura. Por lo tanto, tened mucho cuidado, no sea que os corrompáis fabricándoos ídolos o figuras que tenga forma o imagen de hombre o de mujer, o de animales terrestres, o de aves que vuelan por el cielo, o de reptiles que se arrastran sobre la tierra, o de peces que viven en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y al ver el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército celeste, te dejes seducir, te inclines ante ellos y los sirvas, porque el Señor, tu Dios, los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros el Señor os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día. Pero el Señor se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán ni entraría en la buena tierra que el Señor, tu Dios, te da por heredad. Así que yo voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; pero vosotros pasaréis y poseeréis aquella buena tierra. Guardaos, no os olvidéis del pacto que el Señor, vuestro Dios, estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que el Señor, tu Dios, te ha prohibido. Porque el Señor, tu Dios, es fuego consumidor, Dios celoso. Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompéis y hacéis alguna escultura o imagen de cualquier cosa, y hacéis lo malo ante los ojos del Señor, vuestro Dios, para enojarlo, yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra que pronto desapareceréis totalmente de la tierra que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán. No estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. El Señor os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis solo unos pocos entre las naciones a las que os llevará el Señor. Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombres, de madera y piedra, que no ven ni oyen, ni comen ni huelen. Pero si desde allí buscas al Señor, tu Dios, lo hallarás, si lo buscas de todo tu corazón y de toda tu alma. Cuando estés en angustia y te alcancen todas estas cosas, si en los últimos días te vuelves al Señor, tu Dios, y oyes su voz, porque Dios misericordioso es el Señor, tu Dios: No te dejará ni te destruirá ni se olvidará del pacto que juró a tus padres. Pregunta ahora si en los tiempos pasados, que te precedieron, desde el día en que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho algo semejante a este gran prodigio, o se ha oído otro como él. ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios que hablaba de en medio del fuego, como tú la has oído, y ha vivido para contarlo? ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores, como todo lo que hizo con vosotros el Señor, vuestro Dios, en Egipto ante tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieras que el Señor es Dios y que no hay otro fuera de él. Desde los cielos te hizo oír su voz para enseñarte, y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio de las llamas. Por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, para echar de delante de ti naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como sucede hoy. Aprende y reflexiona hoy en tu corazón que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra; no hay otro. Cumple sus estatutos y sus mandamientos, que yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.