ESTER 1:1-22
ESTER 1:1-22 RV2020
Esto aconteció en los días de Asuero, aquel que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias. En aquellos días fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de su reino, el cual estaba en Susa, la capital. En el tercer año de su reinado, ofreció un banquete a todos sus príncipes y cortesanos; invitó también a los más poderosos de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias, para mostrarles el esplendor de la gloria de su reino y el brillo y la magnificencia de su poder durante ciento ochenta días, lo cual es mucho tiempo. Cumplidos estos días, ofreció el rey otro banquete durante siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa, capital del reino, desde el mayor hasta el menor. El pabellón era blanco, verde y azul, sostenido por cuerdas de lino y púrpura, en anillas de plata sujetas a columnas de mármol; los reclinatorios eran de oro y de plata, sobre un suelo de pórfido y de mármol, de alabastro y de jacinto. Se bebía en vasos de oro, diferentes unos de otros, y el vino real corría en abundancia, como corresponde a la generosidad de un rey. Pero el mandato era que a nadie se le obligara a beber, porque así lo había ordenado el rey a todos los mayordomos de su casa: que se hiciera según la voluntad de cada uno. También la reina Vasti ofreció un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Asuero. El séptimo día, como el corazón del rey estaba alegre por el vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero, que llevaran a la presencia del rey a la reina Vasti, con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa. Pero la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos. Entonces, el rey se enojó mucho. Lleno de ira, consultó a los sabios que conocían los tiempos, ya que los asuntos del rey eran tratados con todos los que sabían la ley y el derecho. Los más cercanos al rey eran Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media, que formaban parte del consejo real, y ocupaban los primeros puestos en el reino. El rey les preguntó: —Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti, por no haber cumplido la orden del rey Asuero, enviada por medio de los eunucos? Entonces dijo Memucán delante del rey y de los príncipes: —No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasti, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero. Porque esta acción de la reina llegará a oídos de todas las mujeres, y ellas tendrán en poca estima a sus maridos, y dirán: «El rey Asuero mandó que llevaran ante su presencia a la reina Vasti, y ella no fue». Entonces, las señoras de Persia y de Media que sepan lo que hizo la reina, se lo dirán a todos los príncipes del rey; y eso traerá mucho menosprecio y enojo. Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se inscriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: «Que Vasti no se presente más delante del rey Asuero»; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. El decreto que dicte el rey será conocido en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. Agradó esta palabra al rey y a los príncipes, e hizo el rey conforme al consejo de Memucán, pues envió cartas a todas las provincias del reino, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lengua, para ordenar que todo hombre afirmara su autoridad en su casa; y que se publicara esto en la lengua de cada pueblo.