JUECES 3:1-31
JUECES 3:1-31 RV2020
Estos son los pueblos que dejó el Señor para probar con ellos a todos los que en Israel no habían conocido todas la guerras de Canaán; solamente para que los descendientes de los hijos de Israel aprendiera cómo hacer la guerra, y lo enseñara a quienes antes no la habían conocido: los cinco jefes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta llegar a Hamat. Con ellos quiso probar a Israel, para saber si obedecería los mandamientos que él había dado a sus padres por mano de Moisés. Así, los hijos de Israel comenzaron a habitar entre los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Y tomaron a sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses. Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos del Señor, su Dios, se olvidaron de él y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera. Por eso la ira del Señor se encendió contra ellos y los entregó en manos de Cusan-risataim, rey de Mesopotamia, al cual sirvieron durante ocho años. Entonces clamaron los hijos de Israel al Señor, y el Señor levantó un libertador a los hijos de Israel que los salvó: Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. El espíritu del Señor vino sobre Otoniel, quien juzgó a Israel y salió a la batalla. El Señor entregó en sus manos a Cusan-risataim, rey de Siria, y le dio la victoria sobre Cusan-risataim. Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz. Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos del Señor, por lo cual el Señor fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque habían hecho lo malo ante los ojos del Señor. El rey de Moab juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras. Los hijos de Israel sirvieron dieciocho años a Eglón, rey de los moabitas. Entonces los hijos de Israel clamaron al Señor, y el Señor les levantó un libertador: Aod hijo de Gera, benjaminita, el cual era zurdo. Un día, los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón, rey de Moab. Aod se había hecho un puñal de dos filos, de casi medio metro de largo, y lo llevaba ajustado al muslo derecho debajo de la ropa. Y fue Aod y entregó el presente a Eglón, rey de Moab, quien era un hombre muy grueso. Después de entregar el presente, Aod despidió a los mensajeros que lo habían llevado. Pero al llegar al lugar donde están los ídolos de Gilgal, Aod regresó y dijo a Eglón: —¡Oh Rey!, tengo una palabra secreta para ti. Entonces dijo el rey: —Calla. Y salieron de delante de él todos los que allí estaban. Aod se acercó al rey, que estaba sentado solo en una sala de verano, y le dijo: —Tengo palabra de Dios para ti. Eglón se levantó de la silla. Entonces Aod alargó su mano izquierda, tomó el puñal de su lado derecho y se lo metió por el vientre de tal manera que con la hoja entró también la empuñadura, y la grasa cubrió la hoja, pues Aod no sacó el puñal de su vientre, y brotó el excremento. Aod salió al patio y tras de sí cerró con llave las puertas de la sala. Cuando ya había salido, vinieron los siervos del rey, quienes al ver las puertas de la sala cerradas, dijeron: —Sin duda, está haciendo sus necesidades en la sala de verano. Tras mucho esperar, y confusos porque el rey no abría las puertas de la sala, tomaron la llave, abrieron y encontraron a su señor tendido en el suelo, muerto. Mientras ellos esperaban, Aod escapó y, tras pasar los ídolos, se puso a salvo en Seirat. Cuando entró en Israel, tocó el cuerno en los montes de Efraín, y los hijos de Israel descendieron con él del monte, y Aod iba al frente de ellos. Y les dijo: —Seguidme, porque el Señor ha entregado a vuestros enemigos moabitas en vuestras manos. Ellos descendieron con él, y ocuparon los vados del Jordán que llevan a Moab y no dejaron pasar a nadie. Mataron en aquel tiempo como a diez mil hombres moabitas, todos valientes y todos hombres de guerra; no escapó ni uno. Así fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel. Y hubo paz en la tierra durante ochenta años. Después de él vino Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel.