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JUAN 4:4-19

JUAN 4:4-19 RV2020

Para ello, le era necesario pasar por Samaria y llegó a una ciudad de esta tierra llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era alrededor del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: —Dame de beber. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le preguntó: —¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (Porque los judíos y los samaritanos no se tratan). Respondió Jesús: —Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice «dame de beber», tú le pedirías y él te daría agua viva. La mujer replicó: —Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Jesús le contestó: —Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed, mas el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás: esa agua será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna. La mujer le dijo: —Señor, dame de esa agua para que no tenga sed ni venga aquí a sacarla. Jesús contestó: —Ve, llama a tu marido, y vuelve aquí. Respondió la mujer: —No tengo marido. Y Jesús: —Has dicho bien, no tienes marido: has tenido cinco y el hombre con quien vives ahora no es tu marido. Esto que has dicho es verdad. Le dijo la mujer: —Señor, veo que tú eres profeta.

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