JUAN 8:38-58
JUAN 8:38-58 RV2020
Yo hablo de lo que he visto estando junto al Padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído de vuestro padre. Le respondieron: —Nuestro padre es Abrahán. Jesús replicó: —Si fuerais hijos de Abrahán, haríais las obras de Abrahán. Pero ahora procuráis matarme porque os he hablado la verdad que he escuchado de Dios. Esto no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: —¡Nosotros no hemos nacido ilegítimamente! ¡Tenemos un padre: Dios! Jesús entonces replicó: —Si vuestro padre fuera Dios, me amaríais, porque yo he salido y he venido de Dios: no he venido por mí mismo. Él me envió. ¿Por qué no entendéis mi discurso? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vuestro padre es el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando miente, de sí mismo habla, pues es mentiroso y padre de mentira. Pero a mí, que digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede reprocharme haber pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios, pero vosotros no las escucháis porque no sois de Dios. Respondieron los judíos: —¿No decimos nosotros, y con razón, que tú eres samaritano y que tienes un demonio? Repuso Jesús: —Yo no tengo ningún demonio, sino que honro a mi Padre; sin embargo, vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria. Hay otro que se ocupa y él es quien juzgará. Os aseguro que quien guarda mi palabra nunca morirá. Los judíos replicaron: —Ahora estamos convencidos de que tienes un demonio. Abrahán murió, los profetas murieron, ¿y tú dices «quien guarda mi palabra jamás morirá». ¿Acaso tú eres mayor que nuestro padre Abrahán, que murió? Y los profetas también murieron. ¿Quién te crees que eres? Respondió Jesús: —Si yo me glorificase a mí mismo, mi gloria nada valdría. Mi Padre es el que me glorifica. Ese de quien decís que es vuestro Dios. Vosotros no le conocéis. Yo sí le conozco. Si dijera que no le conozco, sería mentiroso como vosotros. Le conozco y obedezco su palabra. Abrahán, vuestro padre, se alegró con la esperanza de ver mi día; lo vio y se alegró. Los judíos objetaron: —¿Así que tú, que aún no tienes cincuenta años, has visto a Abrahán? Jesús respondió: —Os aseguro que antes de que Abrahán fuera yo soy.