JOEL 2:1-17
JOEL 2:1-17 RV2020
Tocad la trompeta en Sion y dad la alarma en mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque viene el día del Señor, porque está cercano: día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra. Como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo ha habido jamás, ni volverá a existir después por muchas generaciones que pasen. Delante de él consumirá el fuego; detrás de él abrasará la llama. Como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; nadie habrá que de él escape. Similar a los caballos es su aspecto, cabalgan como si fueran jinetes. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla. Delante de él temerán los pueblos; se pondrán pálidos todos los semblantes. Como valientes correrán, como guerreros escalarán el muro; cada cual marchará por su camino y no torcerá su rumbo. Nadie empujará a su compañero, cada uno irá por su sendero; y aun si caen sobre la espada, no se herirán. Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas como hacen los ladrones. Delante de él temblará la tierra y se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas perderán su resplandor. Y el Señor dará su orden delante de su ejército, porque muy grande es su campamento y fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día del Señor y muy terrible. ¿Quién podrá soportarlo? Ahora, pues, dice el Señor, volveos ya a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y volveos al Señor, vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo. ¡Quién sabe si volverá, se arrepentirá y dejará bendición tras de sí; esto es, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios! ¡Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea, reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños, aun a los que maman, y salga de su alcoba el novio y de su lecho nupcial la novia! Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes que sirven al Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad para que no la dominen las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?».