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JOSUÉ 10:1-14

JOSUÉ 10:1-14 RV2020

Cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado a Hai y la había asolado (como había hecho con Jericó y con su rey, así hizo con Hai y su rey), y que los habitantes de Gabaón habían hecho la paz con los israelitas y estaban entre ellos, tuvo mucho miedo, porque Gabaón era tan grande como una de las ciudades reales, mayor que Hai, y todos sus hombres eran valientes. Por lo cual Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó decir a Hoham, rey de Hebrón, a Piream, rey de Jarmut, a Jafía, rey de Laquis y a Debir, rey de Eglón: —Venid y ayudadme a combatir a Gabaón, pues ha hecho la paz con Josué y con los hijos de Israel. Y los cinco reyes amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, acamparon cerca de Gabaón y pelearon contra ella. Entonces los habitantes de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: —No niegues ayuda a tus siervos; sube rápidamente a defendernos y ayudarnos, porque todos los reyes amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros. Josué subió desde Gilgal junto con toda la gente de guerra y con todos los hombres valientes, y el Señor le dijo: —No les tengas miedo, porque yo los he entregado en tus manos y ninguno de ellos quedará en pie delante de ti. Josué cayó sobre ellos por sorpresa, tras haber caminado toda la noche desde Gilgal. Y el Señor los llenó de pavor ante Israel y les causó una gran mortandad en Gabaón; Josué los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, el Señor arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron. Fueron más los que murieron por las piedras del granizo que los que los hijos de Israel mataron a espada. Entonces Josué habló al Señor, el día en que el Señor entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: «Sol, detente en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ajalón». Y el sol se detuvo, y la luna se paró, hasta que la gente se vengó de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? El sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. No hubo un día como aquel, ni antes ni después de él, en que el Señor haya obedecido a la voz de un hombre, porque el Señor peleaba por Israel.

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