MATEO 15:1-28
MATEO 15:1-28 RV2020
En cierta ocasión se acercaron a Jesús unos escribas y fariseos de Jerusalén y le dijeron: —¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos, puesto que no se lavan las manos cuando comen pan? Él les respondió: —¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Dios ordenó: Honra a tu padre y a tu madre . Y también: El que maldiga al padre o a la madre sea condenado a muerte . Pero vosotros decís: «Cualquiera que diga a su padre o a su madre “Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte” ya no ha de honrar a su padre o a su madre». Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos humanos . Y llamó a la multitud, y le dijo: —Oíd y entended: No contamina a la persona lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca. Eso es lo que verdaderamente contamina a la persona. Entonces se acercaron sus discípulos y le dijeron: —¿Sabes que los fariseos se ofendieron al oír esta palabra? Él respondió: —Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Dejadlos, son ciegos guías de ciegos y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo. Pedro intervino: —Explícanos esta parábola. Jesús dijo: —¿También vosotros estáis faltos de entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre y es echado en la letrina? Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan a la persona y no el comer con las manos sin lavar. Salió Jesús de allí y se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que vivía por allí comenzó a gritar y a decirle: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Jesús no le respondió palabra. Entonces se acercaron sus discípulos y le rogaron: —Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. Él replicó: —No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se arrodilló delante de él y le dijo: —¡Señor, socórreme! Él contestó: —No está bien tomar el pan de los hijos y echarselo a los perrillos. Ella: —Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondió Jesús: —¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.