MATEO 24:4-51
MATEO 24:4-51 RV2020
Jesús les respondió: —Mirad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy el Cristo», y a muchos engañarán. Oiréis hablar de guerras y de rumores de guerras, mas no os angustiéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares. Pero todo esto es solo el principio de los dolores. Entonces os entregarán para afligiros, os matarán y seréis odiados por todo el mundo por causa de mi nombre. Serán días en que la firmeza de fe de muchos correrá peligro, y unos a otros se traicionarán y odiarán. Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos; y en muchos se enfriará el amor por haberse multiplicado la maldad. Pero el que persevere hasta el fin será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo asentada la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel—el que lee entienda—, los que estén en Judea huyan a los montes. El que esté en la azotea no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo no vuelva atrás para tomar su capa. Pero ¡ay de las que estén embarazadas y de las que estén amamantando en aquellos días! Orad, pues, para que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado, porque habrá entonces tan gran tribulación que no la ha habido igual desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no se acortasen, nadie sería salvo; pero se acortarán por causa de los escogidos. Entonces, si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo» o «Mirad, allí está», no lo creáis, porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, incluso a los escogidos. Ya os lo advierto antes. Así que, si os dicen: «Mirad, está en el desierto», no salgáis; o «Mirad, está en los aposentos», no lo creáis, porque igual que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque donde esté el cuerpo muerto se juntarán las águilas. Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, todas las tribus de la tierra se lamentarán y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes, con poder y gran gloria. Enviará sus ángeles con resonante trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. Aprended de la higuera esta parábola: Cuando ya su rama está tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero nadie sabe el día ni la hora, ni aun los ángeles de los cielos; solo mi Padre. La venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé. Porque en los días anteriores al diluvio y hasta el momento en que Noé entró en el arca, la gente no dejó de comer ni de beber ni de casarse. Y no entendieron nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino: una será tomada y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed que si el dueño de la casa conociera la hora en que el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora en que menos pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien puso su señor sobre los de su casa para que les dé el alimento a tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor encuentre obrando así cuando venga. Os aseguro que le encomendará todos sus bienes. Pero si otro siervo es malo y piensa en su interior «Mi señor se retrasa en venir» y comienza a golpear a sus consiervos y aun a comer y a beber con los borrachos, pues el señor de este siervo vendrá un día en que no lo espera y a una hora que no sabe, lo castigará duramente y compartirá su suerte con los hipócritas. Allí será el lloro y el rechinar de dientes.