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NEHEMÍAS 13:10-31

NEHEMÍAS 13:10-31 RV2020

Encontré asimismo que a los levitas no les habían dado sus porciones, y que los levitas y cantores que hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad. Entonces, reprendí a los oficiales: —¿Por qué está la casa de Dios abandonada? Después los reuní y los puse en sus puestos. Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino y del aceite, a los depósitos del templo. Luego puse por mayordomos de ellos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al servicio de ellos a Hanán hijo de Zacur hijo de Matanías; pues eran tenidos por fieles. Ellos se encargarían de repartir las porciones a sus hermanos. —¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío, y no borres las misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio! En aquellos días, vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en sábado, que acarreaban manojos de trigo y cargaban los asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, para traerlo a Jerusalén en sábado; y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones. También había en la ciudad tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en sábado a los hijos de Judá en Jerusalén. Entonces, reprendí a los señores de Judá y les dije: —¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, al profanar así el sábado? ¿No hicieron de este modo vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel al profanar el sábado? Sucedió, pues, que al caer la tarde, antes del sábado, ordené que se cerraran las puertas de Jerusalén y que no las abrieran hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que no dejaran entrar carga alguna en sábado. Una o dos veces se quedaron fuera de Jerusalén los negociantes y los que vendían toda especie de mercancía. Pero yo les amonesté: —¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde entonces no volvieron en sábado. Y dije a los levitas que se purificaran y fueran a guardar las puertas, para santificar el sábado. «¡También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia!». Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. Reñí con ellos y los maldije, hice azotar a algunos de ellos y arrancarles los cabellos, y les hice jurar que no darían sus hijas a los extranjeros, ni tomarían hijas de los extranjeros para sus hijos ni para ellos mismos. Les dije: ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Aunque en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel; pero aun a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras. ¿Os vamos a permitir ahora que cometáis este pecado tan grave de ser desleales a Dios al tomar por esposas a mujeres extranjeras? A uno de los hijos de Joiada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, que era yerno de Sanbalat, el horonita, lo eché de mi lado. «¡Acuérdate de ellos, Dios mío, de los que contaminan el sacerdocio y el pacto del sacerdocio y de los levitas!». Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio; lo mismo hice para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. «¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien!».

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