PROVERBIOS 12:1-25
PROVERBIOS 12:1-25 RV2020
El que ama la instrucción ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es un ignorante. El bueno alcanza el favor del Señor, pero el Señor condena al de malos pensamientos. Nadie se afirma por medio de la maldad, pero la raíz de los justos no será removida. La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la mala es como carcoma en sus huesos. Los pensamientos de los justos son rectitud; los consejos de los malvados son engaño. Las palabras de los malvados son como emboscadas para derramar sangre, pero a los rectos los libra su propia boca. Dios trastorna a los malvados y dejan de existir, pero la casa de los justos permanece firme. Por su sabiduría es alabada una persona, pero el perverso de corazón es menospreciado. Más vale el despreciado que tiene quien lo sirva, que el jactancioso que carece de pan. El justo cuida de la vida de su ganado, pero el corazón de los malvados es cruel. El que labra sus tierras se saciará de pan, pero el que se une a vagabundos carece de entendimiento. Codicia el malvado la red de los impíos, pero la raíz de los justos da fruto. El malvado se enreda en la maldad de sus labios, pero el justo sale con bien de la tribulación. Cada uno se sacia con el bien del fruto de su boca, y recibe el pago que merece la obra de sus manos. Opina el necio que su camino es derecho, pero el sabio obedece el consejo. El necio, al punto da a conocer su ira, pero el prudente no hace caso de la injuria. El que dice la verdad proclama justicia, pero el testigo falso difunde el engaño. Hay personas cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina. El labio veraz permanece para siempre; la lengua mentirosa, solo por un momento. Engaño hay en el corazón de los que maquinan el mal, pero alegría en el de quienes aconsejan el bien. Ninguna adversidad le acontecerá al justo, pero los malvados serán colmados de males. Los labios mentirosos son abominables para el Señor, pero le complacen quienes actúan con verdad. La persona prudente oculta su saber, la insensata pregona su necedad. Los diligentes dominan a otros, pero los negligentes son dominados. La congoja abate el corazón humano; la buena palabra lo alegra.