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SALMOS 35:1-28

SALMOS 35:1-28 RV2020

Ataca, Señor, a los que me atacan; haz frente a los que luchan contra mí. Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Toma la lanza y haz frente a mis perseguidores; di a mi alma: «¡Yo soy tu salvación!». Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; que retrocedan y queden avergonzados los que buscan mi mal. Sean como el tamo delante del viento, y el ángel del Señor los acose. Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y el ángel del Señor los persiga, porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa cavaron hoyo para mi alma. ¡Véngale el quebrantamiento inesperado, y la red que él escondió lo atrape! ¡Caiga en ella con quebranto! Entonces mi alma se alegrará en el Señor; se regocijará en su salvación. Todos mis huesos dirán: «Señor, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que lo despoja?». Se levantan testigos malvados; de lo que no sé me preguntan. Me devuelven mal por bien, para afligir a mi alma. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí con ropas ásperas; afligí con ayuno mi alma y en mi interior no cesaba de orar. Como por mi compañero, como por mi hermano andaba; como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; se juntaron contra mí gentes despreciables y yo no lo entendía; me despedazaban sin descanso; como aduladores, escarnecedores y truhanes, crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones. Te confesaré en la gran congregación; ¡te alabaré en medio de numeroso pueblo! No se alegren de mí los que sin motivo son mis enemigos, ni los que me odian sin causa guiñen el ojo, porque no son de paz sus palabras y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas. Abren sus fauces contra mí y se ríen diciendo: «¡Con nuestros ojos lo hemos visto!». ¡Tú lo has visto, Señor! ¡No calles! ¡Señor, no te alejes de mí! ¡Muévete y despierta para hacerme justicia, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa! Júzgame conforme a tu justicia, Señor, Dios mío, ¡que no se alegren de mí! No digan en su corazón: «¡Ya es nuestro!». No digan: «¡Lo hemos devorado!». Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran; vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa y digan siempre: «Sea exaltado el Señor, que ama la paz de su siervo». ¡Mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día!

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