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SALMOS 40:1-17

SALMOS 40:1-17 RV2020

Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí y oyó mi clamor, me sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre una peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en el Señor. ¡Dichoso aquel que pone su confianza en el Señor y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira! Has aumentado, Señor, Dios mío, tus maravillas y tus pensamientos para con nosotros. No es posible contarlos ante ti. Aunque yo los anunciara y hablara de ellos, no podrían ser enumerados. Sacrificio y ofrenda no te agradan; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: «Aquí estoy; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón». He anunciado justicia en la gran congregación; he aquí, no refrené mis labios, Señor, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en la gran congregación. Señor, no apartes de mí tu misericordia; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre, porque me han rodeado males sin número; me han alcanzado mis maldades y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza y mi corazón me falla. Dígnate, Señor, librarme; Señor, apresúrate a socorrerme. Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla. Vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean. Sean asolados en pago de su afrenta los que se burlan de mí. Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: «¡El Señor sea enaltecido!». Aunque yo esté afligido y necesitado, El Señor pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú. ¡Dios mío, no tardes!

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