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SALMOS 44:1-26

SALMOS 44:1-26 RV2020

Con nuestros oídos, Dios, hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu mano expulsaste a las naciones y los plantaste a ellos; afligiste a los pueblos y los arrojaste, pues no se apoderaron de la tierra por su espada, ni su brazo los libró; sino tu diestra, tu brazo, y la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos. Tú, Dios, eres mi rey; ¡manda salvación a Jacob! Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; en tu nombre pisoteamos a nuestros adversarios, porque no confiaré en mi arco ni mi espada me salvará, pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, has avergonzado a los que nos aborrecían. ¡En Dios nos gloriaremos todo el tiempo y por siempre alabaremos tu nombre! Selah Pero nos has desechado, nos has hecho avergonzar, y ya no sales con nuestros ejércitos. Nos hiciste retroceder delante del enemigo y nos despojan de todo los que nos aborrecen. Nos entregas como ovejas al matadero y nos has esparcido entre las naciones. Has vendido a tu pueblo de balde; ¡no exigiste ningún precio! Nos has humillado ante nuestros vecinos; nos pones por escarnio y por burla de los que nos rodean. Nos pusiste por proverbio entre las naciones; todos al vernos menean la cabeza. Cada día mi vergüenza está delante de mí y la confusión cubre mi rostro por la voz del que me vitupera y me deshonra, por razón del enemigo y del vengativo. Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti ni hemos faltado a tu pacto. No se ha vuelto atrás nuestro corazón ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, para que nos arrojaras al lugar de los chacales y nos cubrieras con la sombra de la muerte. Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos hacia un dios ajeno, ¿no lo descubriría Dios?, pues él conoce los secretos del corazón. Pero por tu causa nos matan cada día; somos contados como ovejas para el matadero. ¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Despierta! No te alejes para siempre. ¿Por qué escondes tu rostro, y te olvidas de nuestra aflicción y de la opresión nuestra? Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra, ¡levántate para ayudarnos y redímenos por causa de tu misericordia!

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