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SALMOS 69:1-36

SALMOS 69:1-36 RV2020

¡Sálvame, Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello! Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he llegado hasta lo profundo de las aguas y la corriente me arrastra. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos mientras espero a mi Dios. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me odian sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé? Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos. No sean avergonzados por mi causa los que en ti confían, Señor de los ejércitos; no sean confundidos por mi causa los que te buscan, Dios de Israel, porque por amor a ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro. Extraño he sido para mis hermanos y desconocido para los hijos de mi madre. Me consumió el celo de tu Casa y los insultos de los que te vituperaban cayeron sobre mí. Lloré, afligí con ayuno mi alma, y por esto la gente me insulta. Me vestí, además, con ropas ásperas y ahora soy para ellos motivo de risa. Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y se burlaban de mí en sus canciones los bebedores. Pero yo a ti oraba, Señor, en el tiempo de tu buena voluntad; Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo y no sea yo sumergido; sea yo liberado de los que me aborrecen y de lo profundo de las aguas. No me arrastre la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme, Señor, porque benigna es tu misericordia; mírame conforme a la multitud de tus piedades. No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado. ¡Apresúrate, óyeme! ¡Acércate a mi alma, redímela! ¡Líbrame por causa de mis enemigos! Tú sabes mi humillación, mi vergüenza y mi oprobio. Delante de ti están todos mis adversarios. El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado. Esperé a quien se compadeciera de mí, y no lo hubo; busqué consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre. Sea su banquete delante de ellos por lazo, y lo que es para bien, por tropiezo. Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos. Derrama sobre ellos tu ira y el furor de tu enojo los alcance. Sea su palacio desolado; en sus tiendas no quede nadie, porque persiguieron al que tú heriste y divulgan el dolor de los que tú has golpeado. ¡Pon maldad sobre su maldad y no entren en tu justicia! ¡Sean borrados del libro de los vivientes y no sean inscritos con los justos! Pero a mí, afligido y miserable, tu salvación, Dios, me ponga en alto. Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza. Y agradará al Señor más que sacrificio de buey o becerro que tiene cuernos y pezuñas. Lo verán los oprimidos y se gozarán. Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, porque el Señor oye a los menesterosos y no menosprecia a sus prisioneros. ¡Alábenlo los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos!, porque Dios salvará a Sion y reedificará las ciudades de Judá; habitarán allí y la poseerán. La descendencia de sus siervos la heredará y los que aman su nombre habitarán en ella.

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