ROMANOS 2:1-29
ROMANOS 2:1-29 RV2020
Por tanto tú que juzgas no tienes excusa, sin importar quien seas, pues al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, porque tú que juzgas a los demás haces lo mismo. Pero sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas se ajusta a la verdad. Y tú, que juzgas a los que hacen tales cosas, pero haces lo mismo, ¿acaso piensas que escaparás del juicio de Dios? ¿O acaso menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y generosidad, e ignoras que su bondad te guía al arrepentimiento? Pero por la dureza y obstinación de tu corazón vas acumulando ira contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio, y pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, al perseverar en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad; pero castigará con ira y enojo a los que por ambición personal no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. Habrá sufrimiento y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sobre el judío en primer lugar, y también sobre el griego; en cambio habrá gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno: al judío en primer lugar y también al griego, porque Dios no favorece a unas personas más que a otras. Así pues, todos los que han pecado sin estar bajo la ley, también perecerán sin intervención de la ley; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados. Porque Dios no considera justos a los que simplemente oyen la ley, sino que los que obedecen la ley serán justificados. Cuando los gentiles que no tienen la ley, por inclinación natural hacen lo que la ley demanda, son la ley para sí mismos, aunque no tengan la ley, pues muestran el efecto de la ley escrita en sus corazones, de lo cual da testimonio su conciencia y los acusarán o los defenderán sus propios razonamientos en el día en que el Señor juzgará por medio de Jesucristo las acciones encubiertas de los hombres, conforme a mi evangelio. Ahora bien, tú te llamas a ti mismo judío, te apoyas en la ley y te glorías en Dios; conoces su voluntad e, instruido por la ley, apruebas lo mejor; estás convencido de que eres guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los ignorantes, maestro de niños, y tienes en la ley la clave del conocimiento y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de robar, ¿robas? Tú que dices que no se ha de cometer adulterio, ¿cometes adulterio? Tú que aborreces los ídolos, ¿saqueas sus templos? Tú que te jactas de la ley, ¿deshonras a Dios infringiendo la ley? Pues, como está escrito: Por causa vuestra el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles . Es cierto que si obedeces la ley la circuncisión es provechosa; pero si infringes la ley, tu circuncisión es como si estuvieras incircunciso. Por tanto, si el incircunciso obedece lo que la ley ordena, ¿su incircuncisión no será considerada como circuncisión? De hecho el que físicamente es incircunciso, pero obedece perfectamente la ley, te juzgará a ti, que a pesar de tener la letra de la ley y estar circuncidado infringes la ley. Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en su interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no según la letra. Esa persona recibe la alabanza de Dios, no de los hombres.