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2 REYES 9:1-30

2 REYES 9:1-30 DHHE

El profeta Eliseo llamó a uno del grupo de los profetas y le dijo: –Prepárate para salir. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad; cuando llegues allá, ve en busca de Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí. Entra en donde él se encuentre, apártalo de sus compañeros y llévalo a otra habitación; toma entonces el frasco de aceite y derrámalo sobre su cabeza, diciendo: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro rey de Israel.’ Abre luego la puerta y huye sin detenerte. El joven profeta fue a Ramot de Galaad, y al llegar encontró reunidos a los capitanes del ejército. Entonces dijo: –Tengo algo que comunicar a mi capitán. –¿A cuál de todos nosotros? –respondió Jehú. –A ti, mi capitán, –contestó el profeta. En seguida Jehú se levantó y entró en la habitación. Entonces el profeta derramó el aceite sobre su cabeza, y le anunció: –El Señor, Dios de Israel, dice: ‘Yo te consagro rey de Israel, mi pueblo. Tú acabarás con la descendencia de Ahab, tu amo, y así vengarás la sangre de mis profetas y de todos mis siervos derramada por Jezabel. Toda la familia de Ahab será destruida; acabaré con todos sus varones en Israel, y ninguno quedará con vida. Voy a hacer con la descendencia de Ahab lo mismo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nabat, y con la de Baasá, hijo de Ahías. En cuanto a Jezabel, se la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la entierre.’ Dicho esto, el profeta abrió la puerta y huyó. Y cuando Jehú fue a reunirse con los oficiales de su amo, estos le preguntaron: –¿Qué pasa? ¿Para qué ha venido a verte ese loco? –Pues vosotros le conocéis, y conocéis también su modo de hablar –dijo Jehú. –No nos engañes –contestaron ellos–. ¡Vamos, cuéntanoslo todo! Entonces Jehú les respondió: –Pues me dijo esto: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro rey de Israel.’ Al momento, cada uno de ellos tomó su capa y la tendió a sus pies, sobre los escalones. Luego tocaron el cuerno de carnero y gritaron: “¡Jehú es el rey!” Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí, conspiró contra Joram. Joram, que había estado con todos los de Israel defendiendo Ramot de Galaad del ataque de Hazael, rey de Siria, había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que le habían causado los sirios en el combate contra Hazael. Jehú dijo entonces a sus compañeros que, si en verdad querían que él fuera su rey, no permitieran a nadie salir de la ciudad para llevar la noticia a Jezreel. Luego montó en su carro de combate y se fue a Jezreel, donde Joram estaba en cama. También Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar a Joram. Cuando el centinela que estaba en la torre de Jezreel vio acercarse el grupo de Jehú, gritó: –¡Viene gente! Entonces Joram ordenó: –Mandad a su encuentro un hombre a caballo, para que les pregunte si vienen en son de paz. El jinete fue al encuentro de Jehú y le dijo: –El rey manda a preguntar si venís en son de paz. Jehú le contestó: –Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí! Entonces el centinela informó: –El mensajero ha llegado hasta ellos, pero no se le ve regresar. Al momento envió el rey otro hombre a caballo, que llegó hasta ellos y les dijo: –El rey manda a preguntar si venís en son de paz. Jehú respondió: –Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí! El centinela informó de nuevo: –El otro ha llegado también hasta ellos, pero no se le ve regresar. Y parece que quien conduce el carro es Jehú, el nieto de Nimsí, porque lo conduce como un loco, conforme a su manera de ser. Entonces Joram ordenó: –¡Enganchad mi carro de combate! Engancharon su carro, y Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, salieron, cada uno en su carro de combate, al encuentro de Jehú. Lo encontraron en la propiedad de Nabot de Jezreel. Y al ver Joram a Jehú, le dijo: –¿Vienes en son de paz, Jehú? Jehú respondió: –¿Qué paz puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus muchas hechicerías? En seguida Joram dio la vuelta y huyó, mientras gritaba a Ocozías: –¡Traición, Ocozías! Pero Jehú tendió su arco y disparó contra Joram una flecha que le entró por la espalda y le atravesó el corazón. Joram cayó herido de muerte sobre su carro. Jehú ordenó entonces a Bidcar, su ayudante: –Sácalo de ahí y échalo en el campo de Nabot de Jezreel, porque recuerdo que cuando tú y yo conducíamos juntos los carros de combate de Ahab, su padre, el Señor pronunció esta sentencia contra él: ‘Así como ayer vi la sangre de Nabot y de sus hijos, así te daré tu merecido en este mismo terreno. Yo, el Señor, lo afirmo.’ Así que cógelo y échalo en el campo de Nabot, según lo anunció el Señor. Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que sucedía, huyó hacia Bet-hagan. Pero Jehú le persiguió, y ordenó: –¡Matadlo a él también! Le hirieron de muerte en su carro, en la cuesta de Gur, junto a Ibleam, pero él huyó hasta Meguido. Allí murió. Después sus criados lo llevaron a Jerusalén en un carro y lo enterraron en su sepulcro familiar, en la Ciudad de David. Ocozías había comenzado a reinar sobre Judá en el año once del reinado de Joram, hijo de Ahab. Jehú se fue entonces a Jezreel. Al saberlo, Jezabel se pintó sombras alrededor de los ojos y se adornó el cabello; luego se asomó a una ventana.

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