2 REYES 9:1-30
2 REYES 9:1-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: —Ciñe tu cintura, toma esta redoma de aceite en tus manos y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues allá, verás a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi. Entra, haz que se levante de entre sus hermanos y llévalo a otra habitación. Toma luego la redoma de aceite, derrámala sobre su cabeza y di: «Así dice el Señor: Yo te he ungido como rey de Israel». Entonces abre la puerta y echa a correr sin detenerte. Partió, pues, el joven profeta hacia Ramot de Galaad. Cuando llegó encontró a los capitanes del ejército reunidos. Entonces dijo: —Capitán, traigo un mensaje para ti. —¿Para quién de nosotros? —preguntó Jehú. —Para ti, capitán —respondió el profeta. Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el otro derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: —Así ha dicho el Señor, Dios de Israel: Yo te he ungido como rey del pueblo del Señor, de Israel. Herirás a la casa de Acab, tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos del Señor, derramada por la mano de Jezabel. Toda la casa de Acab perecerá y exterminaré a todo hombre de Acab en Israel, tanto al siervo como al libre. Trataré a la casa de Acab como a la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como a la casa de Baasa hijo de Ahías. A Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta y echó a correr. Cuando Jehú volvió a reunirse con los siervos de su señor, estos le dijeron: —¿Todo va bien? ¿Para qué vino a verte ese loco? —Vosotros conocéis a ese hombre y lo que ha dicho —respondió él. —Mentira; cuéntanoslo ahora —dijeron ellos. Jehú respondió: —Esto y esto me ha hablado: «Así ha dicho el Señor: Yo te he ungido como rey de Israel». Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto y lo puso debajo de Jehú en un trono alto. Luego tocaron la bocina y gritaron: —Jehú es el rey. Así conspiró Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram defendiendo a Ramot de Galaad con todo Israel, a causa de Hazael, rey de Siria. Pero el rey Joram había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho cuando peleaba contra Hazael, rey de Siria.) Y Jehú dijo: —Si esta es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezreel. Jehú cabalgó entonces y se fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba allí Ocozías, rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram. El centinela que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: —Veo una tropa. Joram dijo: —Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos y les pregunte: «¿Venís en son de paz?». Fue, pues, el jinete a reconocerlos y les preguntó: —El rey dice: «¿Venís en son de paz?». Jehú le dijo: —¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. Luego, el centinela avisó: —El mensajero llegó hasta ellos, pero no vuelve. Entonces el rey envió otro jinete, que al llegar adonde estaban ellos, dijo: —El rey dice así: «¿Venís en son de paz?». Y Jehú respondió: —¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. El centinela volvió a decir: —También este llegó hasta ellos, pero no vuelve, y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, pues viene impetuosamente. Entonces dijo Joram: —Unce el carro. Cuando estaba uncido su carro, salieron Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al encuentro de Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot, el de Jezreel. Cuando vio Joram a Jehú, dijo: —¿Vienes en son paz, Jehú? Él respondió: —¿Qué paz puede haber con las fornicaciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías? Entonces Joram volvió las riendas y huyó, mientras le gritaba a Ocozías: —¡Traición, Ocozías! Pero Jehú tensó su arco e hirió a Joram por la espalda; la flecha le atravesó el corazón y él cayó en su carro. Dijo luego Jehú a Bidcar, su capitán: —Levántalo y échalo a un extremo de la heredad de Nabot, el de Jezreel. Acuérdate de que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab, su padre, el Señor pronunció esta sentencia sobre él: «Yo he visto ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, dijo el Señor, y en esta misma heredad te daré tu paga, dijo el Señor». Levántalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra del Señor. Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Pero Jehú lo persiguió y ordenó: —Herid también a este que va en el carro. Lo hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Pero Ocozías huyó a Meguido, y allí murió. Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén y allá lo sepultaron con sus padres, en su sepulcro de la ciudad de David. En el undécimo año de Joram hijo de Acab comenzó a reinar Ocozías sobre Judá. Después fue Jehú a Jezreel. Al enterarse Jezabel, se pintó los ojos con antimonio, atavió su cabeza y se asomó a una ventana.
2 REYES 9:1-30 La Palabra (versión española) (BLP)
El profeta Eliseo llamó a uno de la comunidad de profetas y le ordenó: —Prepárate, llévate esta alcuza de aceite y vete a Ramot de Galaad. Cuando llegues allí, busca a Jehú, el hijo de Josafat y nieto de Nimsí. Entra donde esté, sácalo de entre sus compañeros y llévatelo a una habitación aparte. Toma entonces la alcuza de aceite y derrámala sobre su cabeza, diciendo: Así dice el Señor: «Yo te consagro como rey de Israel». Luego abres la puerta y escapas sin detenerte. El joven profeta marchó a Ramot de Galaad. Cuando llegó encontró a los capitanes del ejército reunidos y dijo: —Capitán, traigo un mensaje para ti. Jehú preguntó: —¿Para quién de nosotros? Y él respondió: —Para ti, capitán. Jehú se levantó, entró en la casa, y el joven profeta vertió el aceite sobre su cabeza, diciéndole: —Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te consagro como rey de Israel, el pueblo del Señor. Eliminarás a la familia de Ajab, tu señor, y yo vengaré así en Jezrael la sangre de mis siervos, los profetas, y la sangre de todos los siervos del Señor. Toda la dinastía de Ajab perecerá y le exterminaré a todo israelita varón esclavo o libre. Trataré a la dinastía de Ajab, como traté a la dinastía de Jeroboán, el hijo de Nabat, y a la dinastía de Baasá, el hijo de Ajías. En cuanto a Jezabel, será devorada por los perros en los campos de Jezrael y no tendrá sepultura. Luego el profeta abrió la puerta y escapó. Cuando Jehú salió a reunirse con los oficiales de su señor, uno le preguntó: —¿Qué sucede? ¿Por qué ha venido a verte ese loco? Él les respondió: —Ya conocéis a ese tipo de personas y sus monsergas. Pero ellos insistieron: —¡Mentiroso! Venga, cuéntanoslo. Entonces Jehú contestó: —Pues me ha dicho lo siguiente: «Así dice el Señor: Yo te consagro como rey de Israel». Inmediatamente cada uno tomó su manto, lo puso a los pies de Jehú sobre los escalones, hicieron sonar el cuerno y aclamaron: —¡Viva el rey Jehú! Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí, tramó una conspiración contra Jorán. Resulta que Jorán estaba defendiendo con todo el ejército israelita Ramot de Galaad ante el ataque de Jazael, rey de Siria. El rey Jorán se había retirado a Jezrael para curarse de las heridas recibidas de los sirios en el combate con Jazael, rey de Siria. Entonces Jehú dijo: —Si estáis de acuerdo, que no salga nadie de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezrael. Jehú montó en su carro y marchó a Jezrael, donde Jorán estaba convaleciente. Ocozías, el rey de Judá, había bajado a verlo. El centinela que estaba en la torre de Jezrael vio venir al grupo de Jehú y dio el aviso: —Veo venir un grupo. Jorán ordenó: —Elige a un jinete y mándalo a su encuentro a preguntarles si traen buenas noticias. El jinete fue a su encuentro y le dijo: —El rey pregunta si traéis buenas noticias. Jehú le respondió: —A ti no te importa. Ponte detrás de mí. El centinela informó: —El centinela ha llegado hasta ellos, pero no vuelve. El rey envió otro jinete que al llegar a ellos dijo: —El rey pregunta si traéis buenas noticias. Jehú contestó: —A ti no te importa. Ponte detrás de mí. El centinela volvió a informar: —Ha llegado hasta ellos, pero no vuelve. La manera de conducir es la de Jehú, el hijo de Nimsí, pues conduce a lo loco. Entonces Jorán ordenó: —Engancha el carro. Engancharon su carro y Jorán, el rey de Israel, y Ocozías, el rey de Judá, salieron cada uno en su carro al encuentro de Jehú y se encontraron con él en la heredad de Nabot, el de Jezrael. Cuando Jorán vio a Jehú le preguntó: —¿Traes buenas noticias, Jehú? Pero Jehú respondió: —¿Qué buenas noticias puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus brujerías? Inmediatamente Jorán dio la vuelta para escapar, gritando a Ocozías: —¡Traición, Ocozías! Pero Jehú disparó su arco e hirió a Jorán por la espalda. La flecha le atravesó el corazón y cayó desplomado en su carro. Entonces Jehú ordenó a su asistente Bidcar: —Bájalo y tíralo en el campo de Nabot, el de Jezrael. Recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos juntos con su padre Ajab, el Señor pronunció este oráculo contra él: «Ayer vi la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos. Pues en este mismo campo te daré tu merecido —oráculo del Señor—». Así que, bájalo y arrójalo a la heredad de Nabot, como dijo el Señor. Cuando Ocozías, el rey de Judá, vio lo que pasaba, salió huyendo en dirección a Ben Hagán. Pero Jehú lo persiguió y ordenó: —Matadlo también a él. Lo hirieron sobre su carro en la cuesta de Gur, cerca de Jibleán; pero él logró huir hasta Meguido, donde murió. Sus oficiales lo llevaron en carro a Jerusalén y lo enterraron con sus antepasados en la ciudad de David. Jorán había comenzado a reinar en Judá el año undécimo de Jorán, el hijo de Ajab. Jezabel se enteró de que Jehú llegaba a Jezrael. Entonces se pintó los ojos, se arregló el pelo y se asomó a la ventana.
2 REYES 9:1-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El profeta Eliseo llamó a uno del grupo de los profetas y le dijo: –Prepárate para salir. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad; cuando llegues allá, ve en busca de Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí. Entra en donde él se encuentre, apártalo de sus compañeros y llévalo a otra habitación; toma entonces el frasco de aceite y derrámalo sobre su cabeza, diciendo: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro rey de Israel.’ Abre luego la puerta y huye sin detenerte. El joven profeta fue a Ramot de Galaad, y al llegar encontró reunidos a los capitanes del ejército. Entonces dijo: –Tengo algo que comunicar a mi capitán. –¿A cuál de todos nosotros? –respondió Jehú. –A ti, mi capitán, –contestó el profeta. En seguida Jehú se levantó y entró en la habitación. Entonces el profeta derramó el aceite sobre su cabeza, y le anunció: –El Señor, Dios de Israel, dice: ‘Yo te consagro rey de Israel, mi pueblo. Tú acabarás con la descendencia de Ahab, tu amo, y así vengarás la sangre de mis profetas y de todos mis siervos derramada por Jezabel. Toda la familia de Ahab será destruida; acabaré con todos sus varones en Israel, y ninguno quedará con vida. Voy a hacer con la descendencia de Ahab lo mismo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nabat, y con la de Baasá, hijo de Ahías. En cuanto a Jezabel, se la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la entierre.’ Dicho esto, el profeta abrió la puerta y huyó. Y cuando Jehú fue a reunirse con los oficiales de su amo, estos le preguntaron: –¿Qué pasa? ¿Para qué ha venido a verte ese loco? –Pues vosotros le conocéis, y conocéis también su modo de hablar –dijo Jehú. –No nos engañes –contestaron ellos–. ¡Vamos, cuéntanoslo todo! Entonces Jehú les respondió: –Pues me dijo esto: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro rey de Israel.’ Al momento, cada uno de ellos tomó su capa y la tendió a sus pies, sobre los escalones. Luego tocaron el cuerno de carnero y gritaron: “¡Jehú es el rey!” Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí, conspiró contra Joram. Joram, que había estado con todos los de Israel defendiendo Ramot de Galaad del ataque de Hazael, rey de Siria, había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que le habían causado los sirios en el combate contra Hazael. Jehú dijo entonces a sus compañeros que, si en verdad querían que él fuera su rey, no permitieran a nadie salir de la ciudad para llevar la noticia a Jezreel. Luego montó en su carro de combate y se fue a Jezreel, donde Joram estaba en cama. También Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar a Joram. Cuando el centinela que estaba en la torre de Jezreel vio acercarse el grupo de Jehú, gritó: –¡Viene gente! Entonces Joram ordenó: –Mandad a su encuentro un hombre a caballo, para que les pregunte si vienen en son de paz. El jinete fue al encuentro de Jehú y le dijo: –El rey manda a preguntar si venís en son de paz. Jehú le contestó: –Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí! Entonces el centinela informó: –El mensajero ha llegado hasta ellos, pero no se le ve regresar. Al momento envió el rey otro hombre a caballo, que llegó hasta ellos y les dijo: –El rey manda a preguntar si venís en son de paz. Jehú respondió: –Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí! El centinela informó de nuevo: –El otro ha llegado también hasta ellos, pero no se le ve regresar. Y parece que quien conduce el carro es Jehú, el nieto de Nimsí, porque lo conduce como un loco, conforme a su manera de ser. Entonces Joram ordenó: –¡Enganchad mi carro de combate! Engancharon su carro, y Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, salieron, cada uno en su carro de combate, al encuentro de Jehú. Lo encontraron en la propiedad de Nabot de Jezreel. Y al ver Joram a Jehú, le dijo: –¿Vienes en son de paz, Jehú? Jehú respondió: –¿Qué paz puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus muchas hechicerías? En seguida Joram dio la vuelta y huyó, mientras gritaba a Ocozías: –¡Traición, Ocozías! Pero Jehú tendió su arco y disparó contra Joram una flecha que le entró por la espalda y le atravesó el corazón. Joram cayó herido de muerte sobre su carro. Jehú ordenó entonces a Bidcar, su ayudante: –Sácalo de ahí y échalo en el campo de Nabot de Jezreel, porque recuerdo que cuando tú y yo conducíamos juntos los carros de combate de Ahab, su padre, el Señor pronunció esta sentencia contra él: ‘Así como ayer vi la sangre de Nabot y de sus hijos, así te daré tu merecido en este mismo terreno. Yo, el Señor, lo afirmo.’ Así que cógelo y échalo en el campo de Nabot, según lo anunció el Señor. Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que sucedía, huyó hacia Bet-hagan. Pero Jehú le persiguió, y ordenó: –¡Matadlo a él también! Le hirieron de muerte en su carro, en la cuesta de Gur, junto a Ibleam, pero él huyó hasta Meguido. Allí murió. Después sus criados lo llevaron a Jerusalén en un carro y lo enterraron en su sepulcro familiar, en la Ciudad de David. Ocozías había comenzado a reinar sobre Judá en el año once del reinado de Joram, hijo de Ahab. Jehú se fue entonces a Jezreel. Al saberlo, Jezabel se pintó sombras alrededor de los ojos y se adornó el cabello; luego se asomó a una ventana.
2 REYES 9:1-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Un día, el profeta Eliseo llamó a un miembro de la comunidad de los profetas. «Arréglate la ropa para viajar —le ordenó—. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi. Ve adonde esté, apártalo de sus compañeros y llévalo a un cuarto. Toma entonces el frasco, derrama el aceite sobre su cabeza y declárale: “Así dice el SEÑOR: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’ ”. Luego abre la puerta y huye; ¡no te detengas!» Acto seguido, el joven profeta se fue a Ramot de Galaad. Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo: ―Tengo un mensaje para el capitán. ―¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú. ―Para ti, mi capitán —respondió. Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el profeta lo ungió con el aceite y declaró: «Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Ahora te unjo como rey sobre mi pueblo Israel. Destruirás a la familia de Acab, tu señor, y así me vengaré de la sangre de mis siervos los profetas; castigando a Jezabel, vengaré la sangre de todos mis siervos. Toda la familia de Acab perecerá, pues de sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. Haré con ellos lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat y con la familia de Basá hijo de Ahías. Y en cuanto a Jezabel, los perros se la comerán en el campo de Jezrel, y nadie le dará sepultura”». Acto seguido, el profeta abrió la puerta y huyó. Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó: ―¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco? ―Vosotros ya lo conocéis —respondió— y sabéis cómo habla. ―¡Pamplinas! —replicaron—. Dinos la verdad. Jehú admitió: ―Esto es lo que me declaró, palabra por palabra: “Así dice el SEÑOR: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’ ”. Dicho esto, todos se apresuraron a tender sus mantos sobre los escalones, a los pies de Jehú. Luego tocaron la trompeta y gritaron: «¡Viva el rey Jehú!» Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria, pero tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en la batalla. Así que Jehú les dijo a sus partidarios: «Si queréis que yo sea rey, no dejéis que nadie salga de la ciudad para ir a Jezrel con la noticia». Luego se montó en su carro de combate y fue a Jezrel, pues allí se estaba recuperando Jorán, a quien también Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar. Cuando el centinela que vigilaba desde la torre de Jezrel vio que las tropas de Jehú se acercaban, gritó: ―¡Se acercan unas tropas! En seguida Jorán ordenó: ―Llama a un jinete y mándalo al encuentro de las tropas para preguntarles si vienen en son de paz. El jinete se fue al encuentro de Jehú y le dijo: ―El rey quiere saber si venís en son de paz. ―¿Y a ti qué te importa? —replicó Jehú—. Ponte allí atrás. Entonces el centinela anunció: ―El mensajero ya llegó hasta ellos, pero no lo veo regresar. Por tanto, el rey mandó a otro jinete, el cual fue a ellos y repitió: ―El rey quiere saber si venís en son de paz. ―Eso a ti no te importa —replicó Jehú—. Ponte allí atrás. El centinela informó de nuevo: ―Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco. ―¡Enganchad el carro! —exclamó Jorán. Así lo hicieron. Y en seguida Jorán, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, salieron y se encontraron con Jehú en la propiedad que había pertenecido a Nabot el jezrelita. Cuando Jorán vio a Jehú, le preguntó: ―Jehú, ¿vienes en son de paz? ―¿Cómo puede haber paz mientras haya tantas idolatrías y hechicerías de tu madre Jezabel? —replicó Jehú. Jorán se dio la vuelta para huir, mientras gritaba: ―¡Traición, Ocozías! Pero Jehú, que ya había tensado su arco, le disparó a Jorán por la espalda, y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro, y Jehú le ordenó a su ayudante Bidcar: ―Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y el SEÑOR pronunció contra él esta sentencia: “Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el SEÑOR, lo afirmo”. Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el SEÑOR. Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que pasaba, huyó en dirección a Bet Hagán. Pero Jehú lo persiguió, y ordenó: ―¡Matadlo a él también! Y lo hirieron en su carro cuando iba por la cuesta de Gur, cerca de Ibleam, pero logró escapar y llegar a Meguido. Allí murió. Luego sus siervos trasladaron el cuerpo a Jerusalén, la Ciudad de David, donde lo sepultaron en su tumba, junto a sus antepasados. Ocozías había ascendido al trono en el undécimo año del reinado de Jorán hijo de Acab. Cuando Jezabel se enteró de que Jehú estaba regresando a Jezrel, se sombreó los ojos, se arregló el cabello y se asomó a la ventana.