HECHOS 5:1-16
HECHOS 5:1-16 DHHE
Pero hubo un hombre llamado Ananías, que junto con Safira, su esposa, vendió un terreno. Este hombre, de acuerdo con su esposa, se quedó con una parte del dinero y puso la otra parte a disposición de los apóstoles. Pedro le dijo: –Ananías, ¿cómo dejaste que Satanás entrase en tu corazón para que te hiciera mentir al Espíritu Santo quedándote con parte del dinero que te pagaron por el terreno? ¿Acaso el terreno no era tuyo? Y puesto que lo vendiste, ¿no era tuyo el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oir esto, Ananías cayó muerto. Y todos los que lo supieron se llenaron de miedo. Vinieron entonces unos jóvenes, envolvieron el cuerpo y se lo llevaron a enterrar. Como unas tres horas después entró la esposa de Ananías, sin saber lo que había sucedido. Pedro le preguntó: –Dime, ¿vendisteis el terreno en el precio que habéis declarado? –Sí, en ese precio –contestó ella. Pedro le dijo: –¿Por qué os pusisteis de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Ahí llegan los que llevaron a enterrar a tu esposo, y ahora van a llevarte también a ti. En aquel mismo momento, Safira cayó muerta a los pies de Pedro. Cuando los jóvenes entraron la encontraron muerta, y se la llevaron a enterrar al lado de su esposo. Todos los de la iglesia y todos los que supieron lo ocurrido se llenaron de temor. Por medio de los apóstoles se hacían muchas señales y milagros entre la gente, y todos se reunían en el pórtico de Salomón. Ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos; sin embargo, la gente los estimaba mucho. Y aumentó el número de personas, tanto hombres como mujeres, que creían en el Señor. Y sacaban los enfermos a las calles, poniéndolos en camas y camillas para que, al pasar Pedro, al menos su sombra cayera sobre alguno. También de los pueblos vecinos acudía mucha gente a Jerusalén trayendo enfermos y personas atormentadas por espíritus impuros. Y todos eran sanados.