ESTER 4:5-16
ESTER 4:5-16 DHHE
Ester llamó entonces a Hatac, oficial de la guardia real, y le ordenó que fuera a ver a Mardoqueo y le preguntara qué estaba sucediendo y por qué hacía todo aquello. Hatac fue a hablar con Mardoqueo, que se encontraba en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del palacio real, y Mardoqueo le puso al corriente de lo que pasaba, y de la cantidad de plata que Amán había prometido entregar al tesoro real a cambio de que los judíos fuesen exterminados. Además le dio una copia del decreto de exterminio publicado en Susa, para que se la llevara a Ester y así pudiese ella estar informada de todo. También recomendó a Ester que intercediera personalmente ante el rey y le suplicara en favor de su pueblo. Hatac regresó y contó a Ester lo que Mardoqueo le había dicho. Entonces Ester envió nuevamente a Hatac con esta respuesta para Mardoqueo: “Todos los que sirven al rey, y los habitantes de las provincias bajo su gobierno, saben que hay una ley que condena a muerte a todo hombre o mujer que entre en el patio interior del palacio para ver al rey sin que él le haya llamado, a no ser que el rey tienda su cetro de oro hacia esa persona en señal de clemencia, y le perdone así la vida. Por lo que a mí toca, hace ya treinta días que no he sido llamada por el rey.” Cuando Mardoqueo recibió la respuesta de Ester, le envió a su vez este mensaje: “No creas que tú, por estar en el palacio real, vas a ser la única judía que salve su vida. Si ahora callas y no dices nada, la liberación de los judíos vendrá de otra parte, pero tú y la familia de tu padre moriréis. ¡A lo mejor tú has llegado a ser reina precisamente para ayudarnos en esta situación!” Entonces Ester envió esta respuesta a Mardoqueo: “Ve y reúne a todos los judíos de Susa, para que ayunen por mí. Que no coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Mis criadas y yo haremos también lo mismo, y después iré a ver al rey, aunque eso vaya contra la ley. Y si me matan, que me maten.”