GÁLATAS 5:1-26
GÁLATAS 5:1-26 DHHE
Cristo nos liberó para que seamos libres. Por lo tanto manteneos firmes en esa libertad y no os sometáis otra vez al yugo de la esclavitud. Escuchadme: Yo, Pablo, os digo que si os sometéis al rito de la circuncisión, Cristo no os servirá de nada. Quiero, pues, repetir que todo aquel que se circuncida está obligado a cumplir cuanto manda la ley de Moisés. Vosotros, los que buscáis quedar libres de culpa cumpliendo la ley, os habéis apartado de Cristo; os habéis separado del amor de Dios. Pero nosotros, por medio del Espíritu tenemos la esperanza de alcanzar la justicia que está basada en la fe. Porque si estamos unidos a Cristo Jesús, de nada vale estar o no estar circuncidados. Lo que realmente vale es tener fe y que esa fe nos haga vivir con amor. Vosotros marchabais bien. ¿Quién, pues, hizo que dejarais de obedecer a la verdad? No fue Dios, que os ha llamado. Se dice que “un poco de levadura hace fermentar toda la masa”, y yo tengo confianza en el Señor de que no vais a pensar de otro modo. Pero Dios castigará a ese que os anda perturbando, quienquiera que sea. Por lo que a mí respecta, hermanos, si todavía insistiera en que los creyentes se circunciden, los judíos no me perseguirían, ya que en ese caso el mensaje de la cruz de Cristo no los ofendería. En cuanto a esos que os andan perturbando, ¡ojalá se castren de una vez! Hermanos, habéis sido llamados a ser libres. Pero no uséis esta libertad para dar rienda suelta a vuestros instintos. Más bien servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley se resume en este solo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Tened cuidado, porque si os mordéis y coméis unos a otros llegaréis a destruiros mutuamente. Por lo tanto, digo: Vivid según el Espíritu y no busquéis satisfacer vuestros malos deseos. Porque los malos deseos están en contra del Espíritu, y el Espíritu está en contra de los malos deseos. El uno está en contra de los otros y por eso no podéis hacer lo que quisierais. Pero si os guía el Espíritu, entonces ya no estaréis sometidos a la ley. Es fácil descubrir cómo se portan quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen odios, discordias y celos. Se irritan fácilmente, provocan rivalidades, divisiones y partidismos. Son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas por el estilo. Os advierto, como ya antes lo hice, que quienes así se conducen no tendrán parte en el reino de Dios. En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene cosas como estas. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado ya la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos. Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que el Espíritu nos guíe. No seamos orgullosos ni sembremos rivalidades y envidias entre nosotros.