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JUAN 12:37-50

JUAN 12:37-50 DHHE

A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían en él, pues tenía que cumplirse lo que escribió el profeta Isaías: “Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? ¿A quién ha revelado el Señor su poder?” Así que no podían creer, como también escribió Isaías: “Dios les ha cerrado los ojos y ha entorpecido su mente para que no puedan ver ni entender; para que no se vuelvan a mí y yo los sane.” Isaías dijo esto porque había visto la gloria de Jesús y hablaba de él. Creyeron, sin embargo, en Jesús muchos de los judíos, incluso algunos de los más importantes. Pero no lo manifestaban públicamente por miedo a los fariseos, para no ser expulsados de las sinagogas. Y es que preferían la honra que procede de los hombres a la honra que procede de Dios. Jesús dijo con voz fuerte: “El que cree en mí no cree solamente en mí, sino también en mi Padre, que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve también al que me ha enviado. Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no permanezcan en la oscuridad. Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien le condena, porque yo no he venido para condenar al mundo sino para salvarlo. El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien le condene: las palabras que he dicho le condenarán el día último. Porque yo no hablo por mi propia cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. Y sé que el mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que digo, lo digo como el Padre me ha ordenado.”

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