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JOB 1:9-20

JOB 1:9-20 DHHE

El acusador contestó: –Pues no de balde te sirve con tanta fidelidad. Tú no dejas que nadie le toque, ni a él ni a su familia ni a nada de lo que tiene; bendices todo lo que hace y es el hombre más rico en ganado de todo el país. Pero quítale lo que posee y verás cómo te maldice en la cara. El Señor respondió al acusador: –Está bien. Haz lo que quieras con todas las cosas de Job, con tal que a él mismo no le hagas ningún daño. Entonces el acusador se retiró de la presencia del Señor. Un día, mientras los hijos y las hijas de Job estaban celebrando un banquete en casa del hermano mayor, un hombre llegó a casa de Job y le dio esta noticia: –Mientras arábamos el campo con los bueyes, y las asnas pastaban allí cerca, llegaron de repente los sabeos, robaron el ganado y pasaron a cuchillo a los hombres. Tan solo yo pude escapar para venir a avisarte. No había terminado de hablar este hombre, cuando llegó otro y dijo: –Cayó un rayo y mató a los pastores y las ovejas. Tan solo yo pude escapar para venir a avisarte. No había terminado de hablar este hombre, cuando llegó un tercero y dijo: –Tres grupos de caldeos nos atacaron, robaron los camellos y pasaron a cuchillo a los hombres. Tan solo yo pude escapar para venir a avisarte. No había terminado de hablar este hombre, cuando llegó uno más y dijo: –Tus hijos y tus hijas estaban celebrando un banquete en la casa de tu hijo mayor, cuando de pronto se levantó un viento del desierto que sacudió la casa por los cuatro costados, derribándola sobre tus hijos. Todos ellos murieron. Tan solo yo pude escapar para venir a avisarte. Entonces Job se levantó, y lleno de dolor se rasgó la ropa, se rapó la cabeza y se inclinó en actitud de adoración.

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