JOB 2:1-10
JOB 2:1-10 DHHE
Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos. El Señor le preguntó: –¿De dónde vienes? Y el acusador contestó: –He andado recorriendo la tierra de un lado a otro. Entonces el Señor le dijo: –¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarle sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta irreprochable. Pero el acusador contestó al Señor: –Mientras no le tocan a uno el pellejo, las cosas van bien, porque el hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. Pero tócale en su propia persona y verás cómo te maldice en la cara. El Señor respondió al acusador: –Está bien, haz con él lo que quieras, con tal que respetes su vida. El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel, que le cubrió de pies a cabeza. Entonces Job fue a sentarse junto a un montón de basura y cogió un trozo de olla rota, para rascarse. Su mujer le dijo entonces: –¿Todavía te empeñas en seguir siendo bueno? ¡Maldice a Dios y muérete! Job respondió: –¡Mujer, no digas tonterías! Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar también los males? Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni siquiera de palabra.