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JOB 2:4-13

JOB 2:4-13 DHHE

Pero el acusador contestó al Señor: –Mientras no le tocan a uno el pellejo, las cosas van bien, porque el hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. Pero tócale en su propia persona y verás cómo te maldice en la cara. El Señor respondió al acusador: –Está bien, haz con él lo que quieras, con tal que respetes su vida. El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel, que le cubrió de pies a cabeza. Entonces Job fue a sentarse junto a un montón de basura y cogió un trozo de olla rota, para rascarse. Su mujer le dijo entonces: –¿Todavía te empeñas en seguir siendo bueno? ¡Maldice a Dios y muérete! Job respondió: –¡Mujer, no digas tonterías! Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar también los males? Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni siquiera de palabra. Job tenía tres amigos: Elifaz, de la región de Temán; Bildad, de la región de Súah, y Sofar, de la región de Naamat. Al enterarse estos de todas las desgracias que habían venido sobre Job, decidieron ir a consolarle y acompañarle en su dolor. A cierta distancia alcanzaron a ver a Job, y como apenas podían reconocerle, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas. Luego se sentaron en el suelo con él, y durante siete días y siete noches estuvieron allí, sin decir una sola palabra, pues veían que el dolor de Job era muy grande.

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