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JOSUÉ 6:1-23

JOSUÉ 6:1-23 DHHE

Nadie podía entrar ni salir de Jericó, pues se habían cerrado las puertas de la ciudad para defenderla de los israelitas. Pero el Señor dijo a Josué: “Yo te he entregado Jericó, con su rey y sus soldados. Vosotros, soldados israelitas, dad una vuelta diaria alrededor de la ciudad durante seis días. Siete sacerdotes irán delante del arca del pacto, cada uno con una trompeta de cuerno de carnero, y el séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad mientras los sacerdotes tocan las trompetas. Cuando oigáis que las trompetas dan un toque especial, gritad con todas vuestras fuerzas y la muralla de la ciudad se vendrá abajo. Entonces cada uno deberá avanzar directamente contra la ciudad.” Josué llamó a los sacerdotes y les dijo: “Llevad el arca del pacto del Señor, y que siete de vosotros vayan delante del arca con trompetas de cuerno de carnero.” Y al pueblo le dijo: “Id y dad la vuelta a la ciudad. Los hombres de combate, que vayan delante del arca del Señor.” Todos hicieron lo que Josué les había ordenado. Los siete sacerdotes iban delante del arca del pacto del Señor tocando las siete trompetas, y el arca los seguía. Los hombres de combate iban delante de los sacerdotes, que tocaban las trompetas sin cesar, y la retaguardia iba detrás del arca. Pero Josué ordenó al ejercito que marchara en silencio hasta el momento en que él les diera la orden de gritar con todas sus fuerzas. Josué hizo que el arca del Señor diera una vuelta alrededor de la ciudad. Después volvieron al campamento, y allí pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, Josué se levantó y los sacerdotes tomaron el arca del Señor. Los siete sacerdotes iban delante del arca del Señor, sin dejar de marchar ni de tocar sus trompetas. Los hombres de combate iban delante de ellos, y los otros iban detrás del arca. Las trompetas no dejaban de sonar. El segundo día dieron otra vuelta a la ciudad y volvieron al campamento. Y durante seis días hicieron lo mismo. El séptimo día se levantaron de madrugada y marcharon alrededor de la ciudad, como lo habían hecho antes, pero ese día le dieron siete vueltas. Cuando los sacerdotes tocaron las trompetas por séptima vez, Josué ordenó a la gente: “¡Gritad! El Señor os ha entregado la ciudad. La ciudad, con todo lo que hay en ella, será consagrada a completa destrucción, porque el Señor así lo ha ordenado. Solo se les perdonará la vida a Rahab la prostituta y a los que estén refugiados en su casa, porque ella escondió a los espías que enviamos. En cuanto a vosotros, cuidaos de no tomar ni tocar nada de lo que hay en la ciudad y que el Señor ha consagrado a la destrucción, pues de lo contrario pondréis bajo maldición el campamento de Israel y le acarrearéis la desgracia. Pero el oro y la plata, y todas las cosas de bronce y de hierro, serán dedicadas al Señor y se pondrán en su tesoro.” La gente gritó y las trompetas sonaron. Al oir los israelitas el sonido de las trompetas, comenzaron a gritar a voz en cuello, y la muralla de la ciudad se vino abajo. Entonces avanzaron directamente contra la ciudad y la tomaron. Después mataron a filo de espada a hombres, mujeres, jóvenes y viejos, y aun a los bueyes, las ovejas y los asnos. Todo lo destruyeron por completo. Josué dijo a los dos espías que habían explorado la tierra: “Id a casa de la prostituta y sacadla de allí con todos los suyos, tal como se lo habíais prometido.” Ellos entraron, y sacaron a Rahab, junto con su padre, su madre, sus hermanos y todos sus parientes, y los llevaron a un lugar seguro fuera del campamento de Israel.

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