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LAMENTACIONES 4:1-6

LAMENTACIONES 4:1-6 DHHE

¡Cómo se ha empañado el oro! ¡Cómo perdió su brillo el oro fino! ¡Esparcidas por todas las esquinas están las piedras del santuario! Los habitantes de Sión, tan estimados, los que valían su peso en oro, ahora son tratados como ollas de barro hechas por un simple alfarero. Hasta las hembras de los chacales dan la teta y amamantan a sus cachorros; pero la capital de mi pueblo es cruel, cruel como un avestruz del desierto. Tienen tanta sed los niños de pecho, que la lengua se les pega al paladar. Piden los niños pan, pero no hay nadie que se lo dé. Los que antes comían en abundancia, ahora mueren de hambre por las calles. Los que crecieron en medio de lujos, ahora viven en los muladares. La maldad de la capital de mi pueblo es mayor que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un instante sin que nadie la atacara.