1 CORINTIOS 9:24-27
1 CORINTIOS 9:24-27 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¿No sabéis que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corred, pues, de tal modo que lo obtengáis. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.
1 CORINTIOS 9:24-27 Reina Valera 2020 (RV2020)
¿No sabéis que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. De igual modo, todo aquel que lucha, se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, para recibir una incorruptible. Así que yo no corro sin tener una meta definida; no peleo dando golpes al aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto a disciplina, no sea que, después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado.
1 CORINTIOS 9:24-27 La Palabra (versión española) (BLP)
Bien sabéis que de todos los que participan en una competición atlética, solo uno recibe el premio. ¡Corred como para ganar! Y ya veis de cuántas cosas se privan los que se entrenan con vistas a una prueba deportiva. Ellos lo hacen para conseguir una corona que se marchita; nosotros, en cambio, aspiramos a un trofeo imperecedero. En cuanto a mí, no corro a ciegas, ni lucho como quien da golpes al aire. Si golpeo mi cuerpo con rigor y lo someto a disciplina, es porque yo, que he proclamado a otros el mensaje, no quiero quedar descalificado.
1 CORINTIOS 9:24-27 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Sabéis que, en una carrera, todos corren pero solamente uno recibe el premio. Pues bien, corred de tal modo que recibáis el premio. Los que se entrenan para competir en un deporte evitan todo lo que pueda dañarles. Y lo hacen por alcanzar como premio una corona de hojas de laurel, que en seguida se marchita. Nosotros, en cambio, luchamos por recibir un premio que no se marchita. En cuanto a mí, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.