Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

1 REYES 18:36-45

1 REYES 18:36-45 Reina Valera 2020 (RV2020)

Cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: —Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Señor, eres Dios, y que tú haces que su corazón se vuelva hacia ti. Entonces cayó fuego del Señor y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y hasta lamió el agua que estaba en la zanja. Al ver esto, todos se postraron y dijeron: —¡El Señor es Dios, el Señor es Dios! Entonces Elías les dijo: —Apresad a los profetas de Baal para que no escape ninguno. Ellos los apresaron y Elías los condujo al arroyo de Cisón y allí los degolló. Entonces Elías dijo a Acab: —Sube, come y bebe; porque ya se oye el ruido de la lluvia. Acab subió a comer y a beber. Pero Elías ascendió a la cumbre del Carmelo y, postrado en tierra, puso el rostro entre las rodillas. Luego dijo a su criado: —Sube ahora y mira hacia el mar. Él subió, miró y dijo: —No hay nada. Pero Elías le ordenó de nuevo: —Vuelve siete veces. A la séptima vez el criado dijo: —Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Elías dijo: —Ve y dile a Acab: «Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida». Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Acab subió a su carro y se fue a Jezreel.

1 REYES 18:36-45 La Palabra (versión española) (BLP)

Al llegar la hora del sacrificio, el profeta Elías se acercó y dijo: —Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel: haz que hoy se reconozca que tú eres el Dios de Israel y que yo soy tu siervo que he actuado así por orden tuya. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que harás volver sus corazones a ti. Entonces descendió el fuego divino, devoró el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja. Al verlo, toda la gente cayó en tierra, exclamando: —¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios! Elías les ordenó: —¡Apresad a los profetas de Baal y que no escape ni uno! Los apresaron y Elías mandó bajarlos al arroyo Quisón y allí los degolló. Elías dijo a Ajab: —Vete a comer y a beber, pues se oye el ruido del aguacero. Ajab se fue a comer y beber. Elías, por su parte, subió a la cima del Carmelo, se sentó en tierra con el rostro entre las rodillas y dijo a su criado: —Sube y mira en dirección al mar. El criado subió, miró y dijo: —No se ve nada. Por siete veces Elías le dijo: —Vuelve a hacerlo. A la séptima vez, el criado dijo: —Viene del mar una nube pequeña como la palma de la mano. Entonces Elías le dijo: —Vete a decirle a Ajab: «Engancha y márchate, antes de que la lluvia te lo impida». Inmediatamente, por efecto de las nubes y el viento, el cielo se encapotó y se desencadenó el aguacero. Ajab montó en su carro y marchó a Jezrael.

1 REYES 18:36-45 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

A la hora de ofrecer el holocausto, el profeta Elías se acercó y exclamó: “¡Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, demuestra hoy que tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo y hago todo esto porque tú me lo has mandado! ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente sepa que tú eres Dios y que los invitas a volverse de nuevo a ti!” En aquel momento, el fuego del Señor cayó y quemó el holocausto, la leña y hasta las piedras y el polvo, y consumió el agua que había en la zanja. Al verlo, toda la gente se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y dijo: “¡El Señor es Dios, el Señor es Dios!” Entonces Elías les dijo: –¡Atrapad a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno! La gente los atrapó, y Elías los llevó al arroyo Quisón y allí los degolló. Después Elías dijo a Ahab: –Vete a comer y beber, porque ya se oye el ruido del aguacero. Ahab se fue a comer y beber. Pero Elías subió a lo alto del monte Carmelo y, arrodillándose en el suelo, se inclinó hasta poner la cara entre las rodillas, y dijo a su criado: –Ve y mira hacia el mar. Él fue y miró, y luego dijo: –No hay nada. Pero Elías le ordenó: –Vuelve siete veces. A la séptima vez, el criado dijo: –¡Allá, subiendo del mar, se ve una nubecita del tamaño de una mano! Entonces Elías le dijo: –Ve y dile a Ahab que enganche su carro y se vaya antes que se lo impida la lluvia. Ahab subió a su carro y se fue a Jezreel. Mientras tanto, el cielo se oscureció con nubes y viento, y cayó un fuerte aguacero.

1 REYES 18:36-45 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, SEÑOR, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, SEÑOR, eres Dios, y que estás convirtiéndoles el corazón a ti!» En ese momento cayó el fuego del SEÑOR y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando vieron esto, todos se postraron y exclamaron: «¡El SEÑOR es Dios! ¡El SEÑOR es Dios!» Luego Elías les ordenó: ―¡Prended a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno! Tan pronto como los prendieron, Elías hizo que los bajaran al arroyo Quisón, y allí los ejecutó. Entonces Elías le dijo a Acab: ―Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un fuerte aguacero. Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas. ―Ve y mira hacia el mar —le ordenó a su criado. El criado fue y miró, y dijo: ―No se ve nada. Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver, y la séptima vez el criado le informó: ―Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano. Entonces Elías le ordenó: ―Ve y dile a Acab: “Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga”. Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Y Acab se fue en su carro hacia Jezrel.