1 PEDRO 1:1-25
1 PEDRO 1:1-25 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pedro, apóstol de Jesucristo, saluda a los que viven como extranjeros, dispersos en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, que fueron elegidos según el propósito de Dios Padre y santificados por el Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser purificados con su sangre: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de los muertos, nos hizo renacer a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Herencia que está reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final. Por lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas. Si el oro, que es perecedero, se prueba con fuego, cuánto más vuestra fe, que es de más valor, debe ser sometida a prueba. Así, al ser probada, vuestra fe se convertirá en motivo de alabanza, gloria y honra cuando se manifieste Jesucristo. Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, y que creéis en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso, pues estáis alcanzando la meta de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. Los profetas que anunciaron la gracia destinada a vosotros, indagaron e investigaron con toda diligencia acerca de esta salvación. Ellos pretendían descubrir en qué circunstancias y a qué tiempo se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y la gloria que vendría después de tales sufrimientos. Y se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo. ¡Aun los mismos ángeles anhelan contemplar estas cosas! Por lo tanto, estad siempre alerta, sed sobrios y esperad por completo en la gracia que recibiréis cuando Jesucristo sea manifestado. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais cuando estabais en vuestra ignorancia. Al contrario, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo . Si invocáis por Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus hechos, comportaos con temor de Dios todo el tiempo que viváis en este mundo. Bien sabéis que fuisteis rescatados de una vida sin sentido, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. Ya estaba destinado desde antes de la creación del mundo, pero ha sido manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros. Por medio de él creéis en Dios, quien lo resucitó de los muertos y lo ha glorificado, para que vuestra fe y esperanza estén puestas en Dios. Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para amaros sinceramente como hermanos. Así que amaos unos a otros entrañablemente, con corazón puro, pues habéis nacido de nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre, porque: Toda carne es como hierba y toda la gloria del hombre como flor de la hierba; la hierba se seca y la flor se cae, mas la palabra del Señor permanece para siempre .
1 PEDRO 1:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. A vosotros, objeto del designio amoroso de Dios Padre y consagrados por medio del Espíritu para que obedezcáis a Jesucristo y seáis purificados con su sangre, os deseo gracia y paz en abundancia. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Una herencia reservada en los cielos para vosotros a quienes el poder de Dios asegura, mediante la fe, la salvación que ha de revelarse en el momento final. Por eso vivís alegres, aunque por un poco de tiempo todavía sea necesario que soportéis la aflicción de múltiples pruebas. Claro que así la autenticidad de vuestra fe —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo, a quien amáis y en quien confiáis aun sin haberlo visto. Os alegraréis, con un gozo inenarrable y radiante, al recibir la salvación, meta de vuestra fe. Acerca de esta salvación indagaron e investigaron los profetas cuando anunciaban los bienes que Dios os tenía destinados. Pretendían así averiguar a qué persona y a qué tiempo se refería el Espíritu de Cristo, que alentaba en ellos, cuando anunciaba de antemano lo que Cristo había de sufrir y la gloria que seguiría a tales sufrimientos. Y se les reveló que lo que ahora os anuncian quienes os proclaman el evangelio por el Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el vuestro. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar. Tened, pues, a punto vuestra mente; no os dejéis seducir y poned toda vuestra esperanza en el don que os traerá la manifestación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no sometáis vuestra vida a las apetencias de antaño, cuando aún vivíais en la ignorancia. Por el contrario, comportaos en todo santamente, como santo es el que os llamó. Pues así lo dice la Escritura: Sed santos, porque yo soy santo. Y, si llamáis Padre al que juzga a todos sin favoritismos y según su conducta, comportaos fielmente mientras vivís en tierra extraña. Debéis saber que habéis sido liberados de la estéril situación heredada de vuestros mayores, no con bienes caducos como son el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha, quien, habiendo sido elegido desde antes de la creación del mundo, se ha manifestado al final de los tiempos para vuestro bien. Gracias a él, creéis en Dios, que lo resucitó de la muerte y lo llenó de gloria para que de esta manera vuestra fe y vuestra esperanza descansen en Dios. Obedientes a la verdad, habéis eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Amaos, pues, intensa y entrañablemente unos a otros ya que habéis nacido de nuevo, no de un germen mortal, sino de uno inmortal, mediante la palabra de Dios viva y permanente. Porque está escrito: Todo mortal es como hierba; toda su hermosura como flor de hierba. Se agosta la hierba y cae la flor. Pero la palabra de Dios perdura para siempre .
1 PEDRO 1:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven esparcidos fuera de su patria, en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, a quienes Dios Padre había escogido anteriormente conforme a su propósito. Por medio del Espíritu os ha consagrado para que le obedezcáis y seáis purificados con la sangre de Jesucristo. Recibid abundancia de gracia y de paz. Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una viva esperanza y hará que recibáis la herencia que Dios os tiene guardada en el cielo, la cual no se puede destruir ni manchar ni marchitar. Por la fe que tenéis en Dios, él os protege con su poder para que alcancéis la salvación que tiene preparada y que dará a conocer en los tiempos últimos. Por esta razón estáis llenos de alegría, aun cuando sea necesario que durante un poco de tiempo paséis por muchas pruebas. Porque vuestra fe es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que vuestra fe, al ser así probada, merecerá aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca. Vosotros amáis a Jesucristo aunque no le habéis visto. Ahora, creyendo en él sin haberle visto, os alegráis al haber alcanzado la salvación de vuestras almas, que es la meta de vuestra fe; y esa alegría vuestra es tan grande y gloriosa que no podéis expresarla con palabras. Ya los profetas estudiaron e investigaron acerca de esta salvación, y hablaron de lo que Dios en su bondad os iba a dar. El Espíritu de Cristo hacía saber de antemano a los profetas lo que Cristo había de sufrir y la gloria que vendría después; y ellos trataban de descubrir a qué persona y a qué tiempo se refería ese Espíritu que estaba en ellos. Y Dios les hizo saber que lo que anunciaban no era para bien de ellos mismos, sino para vuestro bien. Ahora pues, esto os ha sido anunciado por los mismos que os predicaron el evangelio con el poder del Espíritu Santo enviado del cielo. ¡Estas son cosas que los propios ángeles quisieran contemplar! Por eso, estad preparados y usad de vuestro buen juicio. Poned toda vuestra esperanza en lo que Dios, en su bondad, va a daros cuando Jesucristo aparezca. Como hijos obedientes, no viváis conforme a los deseos que teníais antes de conocer a Dios. Al contrario, vivid de una manera completamente santa, porque Dios, que os llamó, es santo; pues la Escritura dice: “Sed santos, porque yo soy santo.” Si llamáis “Padre” a Dios, que juzga a cada cual según sus hechos y sin hacer diferencia entre unas personas y otras, debéis mostrarle reverencia durante todo el tiempo que viváis en este mundo. Pues Dios os ha rescatado de la vida sin sentido que heredasteis de vuestros antepasados; y sabéis muy bien que el costo de este rescate no se pagó con bienes corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha. Cristo había sido destinado para esto desde antes de la creación del mundo, pero en estos tiempos últimos ha aparecido para vuestro bien. Por medio de Cristo, vosotros creéis en Dios, el cual le resucitó y le glorificó; así, vuestra fe y vuestra esperanza están puestas en Dios. Ahora, al obedecer al mensaje de la verdad, habéis purificado vuestras almas para amar sinceramente a los hermanos. Amaos, pues, unos a otros con corazón puro y con todas vuestras fuerzas, pues habéis vuelto a nacer, y esta vez no de padres mortales, sino de la palabra de Dios, viva y permanente. Porque la Escritura dice: “Todo hombre es como hierba, y su grandeza es como la flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre.” Esta palabra es el evangelio que se os ha anunciado.
1 PEDRO 1:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre: Que abunden en vosotros la gracia y la paz. ¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para vosotros, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para vosotros motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora habéis tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también vuestra fe, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. Vosotros le amáis a pesar de no haberle visto; y, aunque no le veis ahora, creéis en él y os alegráis con un gozo indescriptible y glorioso, pues estáis obteniendo la meta de vuestra fe, que es vuestra salvación. Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para vosotros, estudiaron cuidadosamente esta salvación. Querían descubrir a qué tiempo y a qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que vendría después de estos. A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo a sí mismos, sino que os servían a vosotros. Hablaban de las cosas que ahora os han anunciado los que os predicaron el evangelio por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Aun los mismos ángeles anhelan contemplar esas cosas. Por eso, disponeos para actuar con inteligencia; tened dominio propio; poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os dará cuando se revele Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a los malos deseos que teníais antes, cuando vivíais en la ignorancia. Más bien, sed santos en todo lo que hagáis, como también es santo quien os llamó; pues está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo». Ya que invocáis como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivid con temor reverente mientras seáis peregrinos en este mundo. Como bien sabéis, vosotros fuisteis rescatados de la vida absurda que heredasteis de vuestros antepasados. El precio de vuestro rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto. Cristo, a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en vuestro beneficio. Por medio de él creéis en Dios, que lo resucitó y glorificó, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza están puestas en Dios. Ahora que os habéis purificado obedeciendo a la verdad y tenéis un amor sincero por los hermanos, amaos de todo corazón los unos a los otros. Pues habéis nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque «todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre». Y esta es la palabra del evangelio que se os ha anunciado.