2 CORINTIOS 1:3-11
2 CORINTIOS 1:3-11 Reina Valera 2020 (RV2020)
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros también podamos consolar a los que están sufriendo, con el mismo consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestro consuelo. Pues si somos atribulados es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados es para vuestro consuelo y salvación, de modo que podáis soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues estamos seguros que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo seréis en el consuelo. Hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia. Nos vimos abrumados en exceso, más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que hasta teníamos dudas de salir con vida. Nos llegamos a sentir como sentenciados a muerte; pero esto sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró y nos libra de tantos peligros de muerte. Y aún tenemos la esperanza de que él nos volverá a librar. Para ello contamos con vuestras oraciones por nosotros; y si son muchos los que oran por nosotros, también serán muchos los que den gracias por el don que se nos concede.
2 CORINTIOS 1:3-11 La Palabra (versión española) (BLP)
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. Si nos toca sufrir es para que redunde en consuelo y salvación vuestra; si recibimos consuelo, es para que también vosotros os animéis a soportar los mismos sufrimientos que nosotros soportamos. Tiene, pues, una sólida base nuestra esperanza con respecto a vosotros, por cuanto sabemos que si compartís nuestros sufrimientos, habréis de compartir también nuestro consuelo. Quiero, hermanos, que tengáis cumplida información de las dificultades por las que he tenido que pasar en la provincia de Asia. Me vi abrumado de tal modo y tan por encima de mis fuerzas, que hasta perdí la esperanza de seguir viviendo. Pero si llegué a considerar la sentencia de muerte como algo inevitable, eso me enseñó a no confiar en mí mismo, sino en Dios que resucita a los muertos. Fue él quien me libró de tan graves peligros de muerte; y continuará librándome, pues he puesto en él la esperanza de que así lo hará. Cuento para ello con la ayuda de vuestras oraciones; de esta manera, siendo muchos los que han contribuido a que Dios me conceda su favor, otros tantos serán los que den gracias a Dios por causa de mí.
2 CORINTIOS 1:3-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que tiene compasión de nosotros y el Dios que siempre nos consuela. Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que también nosotros podamos consolar a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado. Porque así como los sufrimientos de Cristo se desbordan sobre nosotros y nosotros sufrimos con él, así también por medio de Cristo se desborda nuestro consuelo. Pues si nosotros sufrimos es para que vosotros tengáis consuelo y salvación; y si Dios nos consuela es también para que vosotros tengáis consuelo y podáis soportar con fortaleza los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Tenemos una esperanza firme respecto de vosotros, porque nos consta que, así como tenéis parte en los sufrimientos, también tenéis parte en el consuelo que viene de Dios. Hermanos, queremos recordaros cuántas dificultades encontramos en la provincia de Asia. Fue una prueba tan dura que ya no podíamos resistir más, y hasta perdimos la esperanza de salir con vida. Nos sentíamos como condenados a muerte. Pero esto sirvió para enseñarnos a no confiar en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. Dios nos libró y nos librará de tan gran peligro de muerte; y confiamos en que seguirá librándonos, si vosotros nos ayudáis orando por nosotros. Si muchos oran por nosotros, muchos también darán gracias a Dios por las bendiciones que de él recibimos.
2 CORINTIOS 1:3-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo. Si sufrimos, es para que vosotros tengáis consuelo y salvación; y, si somos consolados, es para que vosotros tengáis el consuelo que os ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a vosotros, porque sabemos que, así como participáis de nuestros sufrimientos, así también participáis de nuestro consuelo. Hermanos, no queremos que desconozcáis las aflicciones que sufrimos en la provincia de Asia. Estábamos tan agobiados bajo tanta presión que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: nos sentíamos como sentenciados a muerte. Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos. Mientras tanto, vosotros nos ayudáis orando por nosotros. Así muchos darán gracias a Dios por nosotros a causa del don que se nos ha concedido en respuesta a tantas oraciones.