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DEUTERONOMIO 32:1-27

DEUTERONOMIO 32:1-27 Reina Valera 2020 (RV2020)

Escuchad, cielos, y hablaré; oiga la tierra los dichos de mi boca. Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento, como la llovizna sobre la grama, como las gotas sobre la hierba. Proclamaré el nombre del Señor: ¡Engrandeced a nuestro Dios! Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectos. Es un Dios de verdad y no hay maldad en él; es justo y recto. La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, generación torcida y perversa. ¿Así pagáis al Señor, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre, que te creó? Él te hizo y te estableció. Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones; pregunta a tu padre, y él te lo contará; a tus ancianos, y ellos te lo dirán. Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando distribuyó a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel. Porque la porción del Señor es su pueblo; Jacob, la heredad que le tocó. Lo halló en tierra desierta, en yermo de horrible soledad; lo rodeó, lo instruyó, lo guardó como a la niña de sus ojos. Como el águila que excita su nidada al mismo tiempo que revolotea sobre sus pollos, así extendió sus alas, lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. El Señor fue el único que lo guió, y con él no hubo dios extraño. Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, comió los frutos del campo, lo alimentó con miel de la peña y con aceite del duro pedernal, con mantequilla de vacas y leche de ovejas; con grasa de corderos y carneros de Basán, y también machos cabríos; con lo mejor del trigo, y de la sangre de la uva bebiste vino. Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo había hecho y menospreció la Roca de su salvación. Provocaron sus celos con dioses ajenos, y su ira con abominaciones. Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres. De la Roca que te había creado te olvidaste; te has olvidado de Dios, tu creador. Lo vio el Señor y se encendió su ira por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin; porque son una generación perversa, hijos infieles. Ellos provocaron mis celos con lo que no es Dios; me irritaron con sus ídolos. Yo también provocaré sus celos con un pueblo que no es pueblo, los irritaré con una nación insensata. Porque se ha encendido el fuego de mi ira, y arderá hasta las profundidades del seol; devorará la tierra y sus frutos, y abrasará los fundamentos de los montes. Yo amontonaré males sobre ellos; emplearé en ellos mis flechas. Quedarán extenuados por el hambre, consumidos por la fiebre ardiente y la peste maligna. Diente de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra. Por fuera desolará la espada, y dentro de las casas, el espanto; tanto al joven como a la muchacha, al niño de pecho como al hombre cano. Yo había dicho que los esparciría lejos, que borraría su recuerdo de en medio de los hombres, pero temí la jactancia del enemigo, el envanecimiento de sus adversarios, no fuera que dijeran: «Nuestra mano prevalece y ha hecho todo esto, y no el Señor».

DEUTERONOMIO 32:1-27 La Palabra (versión española) (BLP)

Escuchad, cielos, que voy a hablar; oye, tierra, las palabras de mi boca. Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan como rocío mis palabras, como aguacero sobre la hierba, como lluvia abundante sobre los pastos. Proclamaré el nombre del Señor. ¡Reconoced la grandeza de nuestro Dios! Él es la Roca; su obra es perfecta y todos sus caminos son justos. Dios es fiel y sin maldad, es justo y recto. Pero se comportaron mal con él los que ya no son sus hijos a causa de su depravación: ¡esa generación torcida y perversa! ¿Y así le pagáis al Señor, pueblo insensato y necio? ¿Acaso no es él tu Padre, tu Creador, el que te creó y te dio el ser? Recuerda los días de antaño, piensa en los tiempos pasados; pídele a tu padre que te lo cuente, a tus ancianos que te lo expliquen: cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad y fijó las fronteras a los pueblos según el número de los hijos de Dios. Pero la parte del Señor es su pueblo, la porción de su herencia es Jacob: lo halló en una tierra desolada, en la rugiente soledad del desierto; lo envolvió en sus brazos y lo protegió, lo cuidó como a la niña de sus ojos; como un águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a emprender el vuelo, así el Señor extendió sus alas, lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. Solo el Señor lo guiaba; ningún dios extraño tuvo que ir con él. Le hizo cabalgar sobre los montes y lo alimentó con los frutos del campo; lo crio con miel de la peña y aceite de la dura roca; con cuajada de vaca y leche de oveja, y con corderos cebados y cabritos; con carneros oriundos de Basán; con los mejores granos de trigo y la sangre fermentada de la uva. Pero engordó Jesurún y se sacudió la carga. ¡Sí, engordaste, te pusiste rollizo te hiciste corpulento! Abandonó al Dios que lo creó, y despreció a su Roca salvadora. Provocaron sus celos con dioses extraños, lo enojaron con abominaciones. Ofrecieron sacrificios a demonios que no son Dios; a dioses que no habían conocido, a dioses nuevos, recién llegados, a quienes sus antepasados no adoraron. Despreciaste a la Roca que te engendró; olvidaste al Dios que te dio la vida. Y el Señor se llenó de ira, al ver cómo sus hijos e hijas le ofendían. Entonces dijo: Voy a ocultarles mi rostro, ¡y a ver en qué terminan! Sin duda son una generación perversa, hijos desleales. Provocaron mis celos adorando a quien no es Dios, me han enojado con sus ídolos vanos; ahora yo provocaré sus celos con un pueblo que no es pueblo; los irritaré con una nación insensata. Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo del abismo; devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas. Amontonaré desastres sobre ellos y serán blanco de todas mis flechas. Quedarán extenuados por el hambre y la fiebre, consumidos por epidemias malignas; enviaré contra ellos colmillos de fieras y serpientes venenosas que muerden el polvo. En la calle caerán sus hijos a filo de espada, y en sus casas reinará el espanto; perecerán el muchacho y la muchacha, el anciano y el niño de pecho. Me dije: Voy a destruirlos y a borrar de la tierra su recuerdo. Pero temí las burlas del enemigo, que los adversarios pudieran entenderlo mal y pensaran: «La victoria ha sido nuestra, nada de esto lo ha hecho el Señor».

DEUTERONOMIO 32:1-27 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

“Escucha, cielo, que voy a hablar; atiende, tierra, a mis palabras. “Mi enseñanza caerá como la lluvia; mi discurso será como el rocío, como llovizna sobre la hierba, como gotas de agua sobre les pastos. “Proclamaré el nombre del Señor: ¡reconoced la grandeza de nuestro Dios! Él es nuestro protector, sus obras son perfectas, sus acciones son justas. Es el Dios de la verdad, en él no hay injusticia. ¡Él es justo y verdadero! “Gente malvada y perversa, que ha ofendido a Dios, que sois indignos de ser sus hijos, ¿así es como pagáis al Señor? Pueblo necio y sin sabiduría, ¿no es él tu padre, tu creador? ¡Él te creó y te dio el ser! “Vuelve atrás la mirada, piensa en los tiempos pasados; pide a tu padre que te lo diga y a los ancianos que te lo cuenten. Hubo un tiempo en que el Altísimo hizo reparto de hombres y naciones, y fijó las fronteras de los pueblos. Pero tuvo en cuenta a los israelitas, pues la herencia del Señor, la gente suya, es el pueblo de Jacob. Los encontró en el desierto, en tierras secas y azotadas por el viento; los envolvió en sus brazos, los instruyó y los cuidó como a la niña de sus ojos. Como águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a volar, así el Señor extendió sus alas y, tomándolos, los llevó a cuestas. “El Señor los guió, y nadie más; ¡ningún dios extraño tuvo que ayudarle! Los llevó en marcha triunfal por las regiones altas del país. Los alimentó con los frutos del campo; de la roca les dio a beber miel, y del duro pedernal les dio aceite; de sus ganados tuvieron leche y cuajada, y comieron lo mejor de los corderos, de los carneros de Basán y de los machos cabríos; comieron el mejor grano de trigo y bebieron el vino, la sangre de las uvas. “Pero engordó Jesurún y dio coces (tanto engordó, que brillaba de grasa), y abandonó a Dios, su creador; despreció a su protector y salvador. Provocaron los celos y la ira de Dios al adorar ídolos repugnantes; ofrecieron sacrificios a demonios, a dioses falsos que nunca antes conocieron; dioses nuevos, recién llegados, a los que jamás vuestros padres dieron culto. “Olvidaste, Israel, a tu padre y protector; olvidaste al Dios que te dio la vida. Y Dios, lleno de ira al ver esto, rechazó a sus hijos y a sus hijas, y dijo: ‘Les volveré la espalda, ¡y a ver en qué van a parar! Realmente son gente malvada, hijos en los que no se puede confiar. Me provocan a celos con un dios que no es dios, me irritan con sus dioses ilusorios; ¡pues yo los provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a ira con un pueblo que no quiere entender! Mi furor se ha encendido como un fuego que arderá hasta las regiones más profundas; consumirá la tierra y sus frutos, pondrá fuego a las bases de los montes. Sobre ellos lanzaré todos los males, contra ellos lanzaré todas mis flechas; morirán de hambre y de fiebre, una amarga peste los destruirá, mandaré contra ellos fieras salvajes y serpientes venenosas. En las calles caerán sus hijos a filo de espada, y en las casas reinará el espanto; morirán muchachos y muchachas, ancianos y niños de pecho. ‘Yo había pensado dispersarlos y borrar de la tierra su memoria, pero no quise soportar las burlas del enemigo; no quise que se jactaran mis adversarios y que dijeran: No fue el Señor quien hizo esto; lo hicimos nosotros con nuestro poder.’

DEUTERONOMIO 32:1-27 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

«Escuchad, cielos, y hablaré; oye, tierra, las palabras de mi boca. Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan mis palabras como rocío, como aguacero sobre el pasto nuevo, como lluvia abundante sobre plantas tiernas. Proclamaré el nombre del SEÑOR. ¡Alabad la grandeza de nuestro Dios! Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. Actuaron contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa! »¿Y así le pagas al SEÑOR, pueblo tonto y necio? ¿Acaso no es tu Padre, tu creador, el que te hizo y te formó? Recuerda los días de antaño; considera las épocas del remoto pasado. Pídele a tu padre que te lo diga, y a los ancianos que te lo expliquen. Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad, les puso límites a los pueblos según el número de los hijos de Israel. Porque la porción del SEÑOR es su pueblo; Jacob es su herencia asignada. Lo halló en una tierra desolada, en la rugiente soledad del yermo. Lo protegió y lo cuidó; lo guardó como a la niña de sus ojos; como un águila que agita el nido y revolotea sobre sus polluelos, que despliega su plumaje y los lleva sobre sus alas. »Solo el SEÑOR lo guiaba; ningún dios extraño iba con él. Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra y lo alimentó con el fruto de los campos. Lo nutrió con miel y aceite, que hizo brotar de la roca; con natas y leche de la manada y del rebaño, y con cebados corderos y cabritos; con toros selectos de Basán y las mejores espigas del trigo. ¡Bebió la sangre espumosa de la uva! »Jesurún engordó y pateó; se hartó de comida, y se puso corpulento y rollizo. Abandonó al Dios que le dio vida y rechazó a la Roca, su Salvador. Lo provocó a celos con dioses extraños y lo hizo enojar con sus ídolos detestables. Ofreció sacrificios a los demonios, que no son Dios; dioses que no había conocido, dioses recién aparecidos, dioses no honrados por sus padres. ¡Desertaste de la Roca que te engendró! ¡Olvidaste al Dios que te dio vida! »Al ver esto, el SEÑOR los rechazó porque sus hijos y sus hijas lo irritaron. “Les voy a dar la espalda —dijo—, y a ver en qué terminan; son una generación perversa, ¡son unos hijos infieles! Me provocaron a celos con lo que no es Dios como yo, y me enojaron con sus ídolos inútiles. Pues yo haré que ellos sientan envidia de los que no son pueblo; voy a irritarlos con una nación insensata. Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo del abismo. Devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas. »”Amontonaré calamidades sobre ellos y gastaré mis flechas en su contra. Enviaré a que los consuman el hambre, la pestilencia nauseabunda y la plaga mortal. Lanzaré contra ellos los colmillos de las fieras y el veneno de las víboras que se arrastran por el polvo. En la calle, la espada los dejará sin hijos, y en sus casas reinará el terror. Perecerán los jóvenes y las doncellas, los que aún maman y los que peinan canas. Me dije: ‘Voy a dispersarlos; borraré de la tierra su memoria’. Pero temí las provocaciones del enemigo; temí que el adversario no entendiera y llegara a pensar: ‘Hemos triunfado; nada de esto lo ha hecho el SEÑOR’ ”.