EFESIOS 1:14-23
EFESIOS 1:14-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
Este Espíritu es la garantía de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. Por esta causa también yo, que he oído de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los creyentes, os recuerdo en mis oraciones y no me canso de dar gracias a Dios por vosotros. Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para que podáis conocerlo; que él ilumine los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a la que él os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa. Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y lo sentó a su derecha en los cielos, sobre todo principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se invoca, no solo en este mundo, sino también en el venidero. Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo puso como cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.
EFESIOS 1:14-23 La Palabra (versión española) (BLP)
que es garantía de nuestra herencia, en orden a la liberación del pueblo adquirido por Dios, para convertirse en himno de alabanza a su gloria. Por eso yo, al tener noticias de vuestra fe en Jesús, el Señor, y del amor que dispensáis a los creyentes, os recuerdo en mis oraciones y no me canso de dar gracias a Dios por vosotros. Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre a quien pertenece la gloria, os otorgue un espíritu de sabiduría y de revelación que os lo haga conocer. Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza poderosa. Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo de la muerte y sentarlo en el cielo junto a sí, por encima de todo principado, potestad, autoridad y dominio, y por encima de cualquier otro título que se precie de tal, no solo en este mundo presente, sino también en el futuro. Todo lo ha puesto Dios bajo el dominio de Cristo, constituyéndolo cabeza suprema de la Iglesia que es el cuerpo de Cristo, y, como tal, plenitud del que llena totalmente el universo.
EFESIOS 1:14-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Espíritu Santo es la garantía de que recibiremos la herencia que Dios nos ha de dar cuando haya completado nuestra redención, para que él sea alabado por su grandeza. Por esto, como sé que tenéis fe en el Señor Jesús y amor para con todos los que pertenecen al pueblo santo, no dejo de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones. Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al Padre glorioso, que os dé sabiduría espiritual para entender su revelación y conocerle mejor. Pido a Dios que ilumine vuestra mente para que sepáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que pertenecen a su pueblo y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes. Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia cuando resucitó a Cristo y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, poniéndolo por encima de todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe tanto en este mundo como en el venidero. Sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, y a Cristo mismo lo dio a la iglesia como cabeza de todo. Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, la plenitud de Cristo, que es quien lleva todas las cosas a su plenitud.
EFESIOS 1:14-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria. Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tenéis en el Señor Jesús y del amor que demostráis por todos los santos, no he dejado de dar gracias por vosotros al recordaros en mis oraciones. Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, os dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcáis mejor. Pido también que os sean iluminados los ojos del corazón para que sepáis a qué esperanza él os ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no solo en este mundo, sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Esta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.