HEBREOS 10:10-14
HEBREOS 10:10-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
En virtud de esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero Cristo, después de haber ofrecido de una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Allí estará esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Y así, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
HEBREOS 10:10-14 La Palabra (versión española) (BLP)
Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios. Cualquier otro sacerdote desempeña cada día su ministerio ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios que son incapaces de borrar definitivamente los pecados. Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios. Espera únicamente que Dios ponga a sus enemigos por estrado de sus pies . Y así, ofreciéndose en sacrificio una única vez, ha hecho perfectos de una vez para siempre a cuantos han sido consagrados a Dios.
HEBREOS 10:10-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Dios nos ha consagrado por cuanto su voluntad fue cumplida por Jesucristo al ofrecer su cuerpo en sacrificio una sola vez y para siempre. Todo sacerdote judío oficia cada día, y sigue ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, aunque estos nunca pueden quitar los pecados. Pero Jesucristo ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre, y luego se sentó a la derecha de Dios. Allí está esperando hasta que Dios haga de sus enemigos el estrado de sus pies. Así, por medio de una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que han sido consagrados a Dios.
HEBREOS 10:10-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios, en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando.