SANTIAGO 1:12-15
SANTIAGO 1:12-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Dichoso el que resiste la tentación, porque cuando haya pasado la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo arrastran y lo seducen. Estos malos deseos conciben y dan a luz el pecado; y el pecado, una vez cometido, da a luz la muerte.
SANTIAGO 1:12-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Dichoso quien resiste la prueba pues, una vez acrisolado, recibirá como corona la vida que el Señor ha prometido a quienes lo aman. Nadie acosado por la tentación tiene derecho a decir: «Es Dios quien me pone en trance de caer». Dios está fuera del alcance del mal, y él tampoco instiga a nadie al mal. Cada uno es puesto a prueba por su propia pasión desordenada, que lo arrastra y lo seduce. Semejante pasión concibe y da a luz al pecado; y este, una vez cometido, origina la muerte.
SANTIAGO 1:12-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque después de la prueba recibirá como premio la vida, que es la corona prometida por Dios a los que le aman. Cuando alguno se sienta tentado a hacer el mal, no piense que es Dios quien le tienta, porque Dios no siente la tentación de hacer el mal ni tienta a nadie para que lo haga. Al contrario, cada uno es tentado por sus propios malos deseos, que le atraen y le seducen. De estos malos deseos nace el pecado; y del pecado, cuando llega a su completo desarrollo, nace la muerte.
SANTIAGO 1:12-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes le aman. Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta». Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos le arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.