MALAQUÍAS 2:10-16
MALAQUÍAS 2:10-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, somos desleales los unos con los otros, y profanamos el pacto de nuestros padres? Prevaricó Judá; en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación, porque Judá ha profanado el santuario del Señor, el que él amó, al casarse con la hija de un dios extraño. El Señor arrancará de las tiendas de Jacob al hombre que haga esto, al que vela, al que responde y al que ofrece ofrenda al Señor de los ejércitos. Pero aún hacéis más: Cubrís el altar del Señor de lágrimas, de llanto y de clamor; así que no miraré más la ofrenda, ni la aceptaré con gusto de vuestras manos. Mas diréis: «¿Por qué?». Porque el Señor es testigo entre ti y la mujer de tu juventud, con la cual has sido desleal, aunque ella era tu compañera y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él un solo ser, en el cual hay abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud, porque dice el Señor, Dios de Israel, que él aborrece el repudio y al que mancha de maldad su vestido, ha dicho el Señor de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales.
MALAQUÍAS 2:10-16 La Palabra (versión española) (BLP)
¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos creó un mismo Dios? ¿Por qué, pues, traiciona cada uno a su hermano, incumpliendo la alianza que Dios hizo con nuestros antepasados? Judá ha cometido traición; en Israel y en Jerusalén se han hecho cosas aborrecibles, pues Judá ha profanado el santuario amado por el Señor al permitir matrimonios con mujeres que adoran a dioses extranjeros. Que el Señor extirpe de la nación israelita a quien hace tal cosa, al instigador, al que la realiza y a quien luego presenta ofrendas al Señor del universo. Pero es que todavía añadís más: cubrís el altar del Señor de lágrimas, llanto y gemidos porque él ya no acepta con agrado vuestras ofrendas. «¿Por qué sucede así?» —os preguntáis—. Pues porque el Señor es testigo de que tú has sido infiel a la esposa de tu juventud, la esposa y compañera con quien te comprometiste. ¿No ha hecho Dios un solo ser, un cuerpo animado por el espíritu? ¿Y qué es lo que busca este único ser? Pues una descendencia concedida por Dios. Así que cuidad vuestro espíritu y no traicionéis a la esposa de vuestra juventud. Pues el que repudia a su esposa porque ha dejado de amarla —dice el Señor, Dios de Israel— se comporta de forma violenta —dice el Señor del universo—. Así pues, cuidad vuestro espíritu y no seáis infieles.
MALAQUÍAS 2:10-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre, que es el Dios que a todos nos ha creado? ¿Por qué, pues, nos engañamos unos a otros, violando así el pacto que hizo Dios con nuestros antepasados? Judá es infiel a Dios, y se cometen acciones horribles en Jerusalén y en Israel. Judá ha violado la santidad del templo que el Señor ama, y los hombres de Judá han tomado por esposas a mujeres que adoran a dioses falsos. ¡Ojalá el Señor borre de nuestra nación a quienes hacen tales cosas, sean quienes sean y aunque traigan ofrendas al Señor todopoderoso! Pero vosotros hacéis aún más: inundáis de lágrimas el altar del Señor y lloráis con grandes lamentos porque el Señor ya no acepta con gusto vuestras ofrendas. ¿Y todavía preguntáis por qué? Pues porque el Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer con quien te casaste cuando eras joven. ¡Era tu compañera, y tú le prometiste fidelidad! ¿Acaso no es un mismo Dios el que ha hecho el cuerpo y el espíritu? ¿Y qué requiere ese Dios, sino descendientes que le sean consagrados? ¡Cuidad, pues, de vuestro propio espíritu, y no faltéis a la promesa que hicisteis a la esposa de vuestra juventud! El Señor Dios de Israel, el todopoderoso, dice: “¡Cuidad, pues, de vuestro propio espíritu y no seáis infieles; pues yo aborrezco al que repudia a su esposa y se mancha cometiendo tal maldad!”
MALAQUÍAS 2:10-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos creó un solo Dios? ¿Por qué, pues, profanamos el pacto de nuestros antepasados al traicionarnos unos a otros? Judá ha sido traicionero. En Israel y en Jerusalén se ha cometido algo detestable: al casarse Judá con la hija de un dios extraño, ha profanado el santuario que el SEÑOR ama. En cuanto al hombre que haga eso, quienquiera que sea, que el SEÑOR Todopoderoso lo excluya de los campamentos de Jacob, aun cuando le lleve ofrendas. Otra cosa que vosotros hacéis es inundar de lágrimas el altar del SEÑOR; lloráis y os lamentáis porque él ya no presta atención a vuestras ofrendas ni las acepta de vuestras manos con agrado. Y todavía preguntáis por qué. Pues porque el SEÑOR actúa como testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste aunque es tu compañera, la esposa de tu pacto. ¿Acaso no hizo el SEÑOR un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuidaos en vuestro propio espíritu, y no traicionéis a la esposa de vuestra juventud. «Yo aborrezco el divorcio —dice el SEÑOR, Dios de Israel—, y al que cubre de violencia sus vestiduras», dice el SEÑOR Todopoderoso. Así que cuidaos en vuestro espíritu, y no seáis traicioneros.