MALAQUÍAS 2:13-15
MALAQUÍAS 2:13-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero es que todavía añadís más: cubrís el altar del Señor de lágrimas, llanto y gemidos porque él ya no acepta con agrado vuestras ofrendas. «¿Por qué sucede así?» —os preguntáis—. Pues porque el Señor es testigo de que tú has sido infiel a la esposa de tu juventud, la esposa y compañera con quien te comprometiste. ¿No ha hecho Dios un solo ser, un cuerpo animado por el espíritu? ¿Y qué es lo que busca este único ser? Pues una descendencia concedida por Dios. Así que cuidad vuestro espíritu y no traicionéis a la esposa de vuestra juventud.
MALAQUÍAS 2:13-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Otra cosa que vosotros hacéis es inundar de lágrimas el altar del SEÑOR; lloráis y os lamentáis porque él ya no presta atención a vuestras ofrendas ni las acepta de vuestras manos con agrado. Y todavía preguntáis por qué. Pues porque el SEÑOR actúa como testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste aunque es tu compañera, la esposa de tu pacto. ¿Acaso no hizo el SEÑOR un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuidaos en vuestro propio espíritu, y no traicionéis a la esposa de vuestra juventud.
MALAQUÍAS 2:13-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pero aún hacéis más: Cubrís el altar del Señor de lágrimas, de llanto y de clamor; así que no miraré más la ofrenda, ni la aceptaré con gusto de vuestras manos. Mas diréis: «¿Por qué?». Porque el Señor es testigo entre ti y la mujer de tu juventud, con la cual has sido desleal, aunque ella era tu compañera y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él un solo ser, en el cual hay abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud
MALAQUÍAS 2:13-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero vosotros hacéis aún más: inundáis de lágrimas el altar del Señor y lloráis con grandes lamentos porque el Señor ya no acepta con gusto vuestras ofrendas. ¿Y todavía preguntáis por qué? Pues porque el Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer con quien te casaste cuando eras joven. ¡Era tu compañera, y tú le prometiste fidelidad! ¿Acaso no es un mismo Dios el que ha hecho el cuerpo y el espíritu? ¿Y qué requiere ese Dios, sino descendientes que le sean consagrados? ¡Cuidad, pues, de vuestro propio espíritu, y no faltéis a la promesa que hicisteis a la esposa de vuestra juventud!