FILIPENSES 3:12-21
FILIPENSES 3:12-21 La Palabra (versión española) (BLP)
No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o conseguido la perfección, pero me esfuerzo en conquistar aquello para lo que yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús. Y no me hago la ilusión, hermanos, de haberlo ya conseguido; pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia delante en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto. Esto deberíamos pensar los que presumimos de creyentes. Y si pensáis algo distinto, que Dios os ilumine también en este punto. De todos modos, sigamos adelante por el camino recorrido. Seguid, hermanos, mi ejemplo y fijaos en aquellos que nos han tomado como modelo de conducta. Porque hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo; os lo he dicho muchas veces y os lo repito ahora con lágrimas en los ojos. Su paradero es la perdición; su dios, el vientre; su orgullo, aquello que debería avergonzarlos; su pensamiento, las cosas terrenas. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos de los cielos y esperamos impacientes que de allí nos venga el salvador: Jesucristo, el Señor. Él será quien transforme nuestro frágil cuerpo mortal en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud de la capacidad que tiene para dominar todas las cosas.
FILIPENSES 3:12-21 Reina Valera 2020 (RV2020)
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: me olvido ciertamente lo que queda atrás y me extiendo a lo que está delante, es decir, prosigo al blanco, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, sintamos esto mismo; y si sentís otra cosa, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a lo que ya hemos llegado; sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su orgullo es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal. Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro mísero cuerpo en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
FILIPENSES 3:12-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
No quiero decir que ya lo haya conseguido todo ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no creo haberlo alcanzado aún; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús. Todos los que poseemos una fe madura debemos pensar de esta manera. Y si en algo pensáis de otro modo, Dios os lo hará ver también. Pero, eso sí, debemos vivir de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado. Hermanos, seguid mi ejemplo y fijaos también en quienes viven según el ejemplo que os hemos dado. Ya os he dicho muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas, que muchos están viviendo como enemigos de la cruz de Cristo y acabarán por ser destruidos. Su dios son sus propios apetitos, y se sienten orgullosos de aquello que debería darles vergüenza. Solo piensan en las cosas de este mundo. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas.
FILIPENSES 3:12-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Así que, ¡escuchad los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y, si en algo pensáis de forma diferente, Dios os hará ver esto también. En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado. Hermanos, seguid todos mi ejemplo, y fijaos en los que se comportan conforme al modelo que os hemos dado. Como os he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Solo piensan en lo terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.