PROVERBIOS 31:16-31
PROVERBIOS 31:16-31 La Palabra (versión española) (BLP)
Examina y compra tierras, con sus ganancias planta viñas. Se arremanga con decisión y trabaja con energía. Comprueba si sus negocios van bien y de noche no apaga su lámpara. Sus manos se aplican al telar y sus dedos manejan la aguja. Tiende sus manos al necesitado y ofrece su ayuda al indigente. No teme por su familia cuando nieva, pues todos los suyos van bien abrigados. Fabrica sus propias mantas y se viste con las telas más finas. Su marido es conocido en la ciudad y se sienta con los ancianos del lugar. Teje y vende prendas de lino y provee de cinturones al comerciante. Va vestida de fuerza y dignidad y mira con optimismo el porvenir. Abre su boca con sabiduría y su lengua instruye con cariño. Vigila la marcha de su casa y no come el pan de balde. Sus hijos se apresuran a felicitarla y su marido entona su alabanza: «Muchas mujeres han hecho proezas, ¡pero tú las superas a todas!». Engañoso es el encanto y fugaz la belleza; la mujer que respeta al Señor es digna de alabanza. Recompensadle el fruto de su trabajo y que sus obras publiquen su alabanza.
PROVERBIOS 31:16-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Inspecciona un terreno y lo compra, y con sus ganancias planta viñedos. Se reviste de fortaleza, y con ánimo se dispone a trabajar. Cuida de que el negocio marche bien, y de noche trabaja hasta tarde. Con sus propias manos hace hilados y tejidos. Siempre tiende la mano a los pobres y necesitados. No teme por su familia cuando nieva, pues todos los suyos andan bien abrigados. Ella misma hace sus colchas y se viste con las telas más finas. Su esposo es bien conocido en la ciudad; se cuenta entre los más respetados del país. Ella hace túnicas y cinturones y los vende a los comerciantes. Se reviste de fuerza y dignidad y no le preocupa el día de mañana. Habla siempre con sabiduría y da con amor sus enseñanzas. Está atenta a la marcha de su casa y jamás come lo que no ha ganado. Sus hijos y su esposo la alaban y le dicen: “Mujeres buenas hay muchas, pero tú eres la mejor de todas.” Los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la mujer que honra al Señor es digna de alabanza. ¡Alabadla ante todo el pueblo! ¡Dadle crédito por todo lo que ha hecho!
PROVERBIOS 31:16-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo. Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo. Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara por la noche. Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo. Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado. Si nieva, no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados. Las colchas las cose ella misma, y se viste de púrpura y lino fino. Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar. Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes. Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir. Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor. Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio. Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas». Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al SEÑOR es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!
PROVERBIOS 31:16-31 Reina Valera 2020 (RV2020)
Considera la heredad y la compra, y con sus propias manos planta una viña. Se arremanga con decisión y trabaja con energía. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso. No teme por su familia cuando nieva, porque todos los suyos van bien abrigados. Ella se teje los tapices, y de lino fino y de púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas de la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del país. Teje telas y las vende, y provee de cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría y la ley de la clemencia está en su lengua. Está atenta a la marcha de su casa y no come el pan de balde. Sus hijos se levantan y la llaman dichosa, y su marido también la alaba: «¡Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas!». Engañosa es la gracia y vana la hermosura, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada. ¡Ofrecedle del fruto de sus manos, y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!