SALMOS 22:1-8
SALMOS 22:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche no hay para mí descanso. Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron y tú los libraste. Clamaron a ti y fueron librados; confiaron en ti y no fueron avergonzados. Pero yo soy un gusano, no una persona; un ser despreciable, la vergüenza del pueblo. Todos los que me ven se burlan de mí; tuercen la boca y menean la cabeza, cuando dicen: «Se encomendó al Señor, que él lo libre; que lo salve, puesto que en él se complacía».
SALMOS 22:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Está lejos mi salvación y son mis palabras un gemido. Dios mío, te llamo de día y no me respondes, de noche y no encuentro descanso. Tú eres el Santo, el que se sienta en el trono, rodeado por las alabanzas de Israel. En ti confiaron nuestros antepasados, confiaron y tú los liberaste; te imploraron y quedaron libres, confiaron en ti y no fueron defraudados. Pero yo soy un gusano, no una persona, la deshonra del ser humano, la vergüenza del pueblo. Cuantos me ven se ríen de mí, hacen muecas con los labios, balancean la cabeza: «¡Que acuda al Señor; que él lo libre; que lo salve si tanto lo ama!».
SALMOS 22:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo. Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel! En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste. Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia. Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: «Este confía en el SEÑOR, ¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»